Sergio Alonso
Ajustes en hospitales
Vaya por delante mi admiración por la sanidad pública en España. Durante años, el empeño presupuestario de numerosos políticos y gestores, y la abnegada y generalmente mal pagada dedicación de los profesionales han hecho del Sistema Nacional de Salud (SNS) una joya envidiada por la mayor parte de los países del mundo. No es casual que el turismo sanitario hacia España se haya disparado y que decenas de Estados traten de fichar a médicos y enfermeras excepcionalmente formados dentro de nuestras fronteras. Desgraciadamente, este modelo concebido en época de vacas gordas no aguanta el embate de la crisis. La práctica situación de bancarrota en que se encuentra el país y la necesidad imperiosa de cumplir con el déficit para que España no se ahogue por el sobrecoste de la deuda han llevado a las autoridades a una situación sin salida: o se reajusta el modelo o desaparece. Así de claro. La situación de Madrid es la mejor muestra de lo que ocurre en todo el país. Según los datos de Hacienda, hospitales como el Gregorio Marañón tendrán que gastar 80 millones de euros menos en 2013. El ajuste en el Doce de Octubre ascenderá a más de 107 millones, y en el Clínico superará ligeramente los 70 millones. La atención especializada deberá recortar casi 800 millones en el próximo ejercicio para que los números cuadren. Se entiende que, en estas dramáticas circunstancias, el Gobierno regional, como ya han hecho otros Ejecutivos autonómicos durante los últimos años, eche mano de la sanidad privada para que complemente a la pública allá donde ésta no pueda llegar en un entorno presupuestario restrictivo. Al igual que ocurre en el modelo Muface, la primera es fundamental para que la segunda aguante la crisis. Lo dicen todos los expertos y es la verdad.
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