Elecciones Generales 2016
Albert ¿qué serás de mayor?
No se lo están poniendo fácil a Albert Rivera algunos destacados miembros de la dirección de su partido a la hora de fijar posición y cuadrar una línea clara de actuación ante el panorama político abierto tras el domingo 26. Ciudadanos se debate a estas alturas del partido, con la prórroga y los consiguientes calambres en las piernas, en la tesitura de qué es lo que realmente «quieren ser de mayores». Rivera, sumido en un bucle de cierta melancolía propia de quien por segunda vez no ha conseguido trasladar al ámbito nacional una posición decisiva en lugares claves como Andalucía o Madrid –donde sí dejó claro que los votos recibidos han servido para algo– está experimentando los inconvenientes propios de formaciones marcadas por el hiperliderazgo y, sobre todo, las consecuencias de no haber dejado claro, ni antes ni después del 26-J, que la confianza depositada por los electores ha de tener siempre reflejo en una utilidad, con independencia de que sea mejor o peor.
Era difícil imaginar que la posición a estas alturas de Ciudadanos no iría más allá de mantenerse en la tesis de que Rajoy no es representativo para liderar la nueva etapa –al menos ya no es un veto– o de llevar al tejado del PSOE la pelota del acuerdo «a dos» con el partido popular, tal vez pensando que a menor implicación en la investidura de Rajoy, más manos libres en la nueva legislatura desde un papel de oposición. Error. El Partido Popular –liderado guste o no por Rajoy y con un incremento de catorce escaños y casi seiscientos mil votos respecto a diciembre– no va a ofrecer a Ciudadanos nada que pueda comprometer su «virginal honorabilidad». No va a pedir nada más allá de lo pactado en lugares como la Comunidad de Madrid. Será sencillamente un acuerdo de mínimos a propósito de grandes cuestiones de Estado en las que puestos a rascar hay una casi total sintonía entre las formaciones de Rajoy y de un Rivera que haría bien en reparar en que los grandes partidos europeos que desde un inicio fueron «bisagra» siempre tuvieron claro que su papel en el Parlamento iba a servir para algo.
La gran pregunta que se formulan en Ciudadanos es ¿qué queremos ser de mayores? Y tiene respuesta en la oportunidad que le brinda facilitar –sin formar parte de él– un gobierno con el viento en popa de la economía y con el soberanismo de capa caída, participando de los éxitos pero no de eventuales escándalos o fracasos, frente a la tentación de andar disputando a PSOE y a Podemos un espacio de oposición en el que éstos tendrán siempre un más amplio margen de maniobra. Rivera no puede ni siquiera sugerir a casi ocho millones de electores que no han votado al líder idóneo, tampoco puede hacer oídos sordos a quienes no precisamente desde el 15-M le han apoyado y le piden que facilite la gobernabilidad. Es ahora cuando puede demostrar que el actual sarampión es solo el prolegómeno de un futuro «primo de Zumosol».
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