Julián Redondo

Ancelotti o la normalidad

No ha mucho tiempo, en el Madrid ocurrían cosas tales como que media docena de técnicos, encabezados por el entrenador principal, encerraban a un periodista en un cuarto y entre reproche y recriminación le llamaban «mierda», literal. Hoy, sólo unos meses después, el entrenador principal, que ya no es aquél, se encierra solo con una treintena de periodistas para hablar de lo divino y de lo humano. Después de tanta crispación y peor educación, Ancelotti es un soplo de aire fresco, un tipo que desdramatiza y bromea sin guardar balas en la recámara. También ha quedado constancia de que en ese encuentro ningún periodista intentó hacerle la alineación.

Mientras que el Madrid recupera la esencia del fútbol, las buenas costumbres, la normalidad, en el Barça crece la crispación extradeportiva en proporción inversa al avance del equipo en su juego, que es evidente, mal que le pese a Pellegrini. Tata Martino da un paso adelante y el club, dos atrás porque supuestamente hizo un chanchullo financiero cuando fichó al magnífico Neymar. En su defensa, frente a la imputación del juez Ruz y la «deuda» de 9,1 millones con el erario público, esgrimen los directivos barcelonistas que la operación se hizo con los mejores asesores fiscales y que, por tanto, todo está bien.

No hay constancia ni entre la treintena ni entre los 400 periodistas deportivos de Madrid de que alguno intentara hacer la alineación a Ancelotti; ni la hay de que cuando el papá de Messi buscó un especialista para llevarle las cuentas éste no fuera de lo granado. Pero salió rana y el jugador ha tenido que desembolsar 15 millones en la ventanilla correspondiente de Hacienda para evitar problemas mayores. Ojo al dato.