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Armenia

La Razón
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A finales de junio, el Papa Francisco viajará a Armenia. Será un visita breve –del 24 al 26–, pero muy importante para una Iglesia antiquísima: los armenios. En efecto, fueron la primera nación que se convirtió oficialmente al cristianismo después de la evangelización (entre el 301 y el 313) de Gregorio «el iluminador». Bergoglio no será el primer Papa que visite este país caucásico, puesto que ya lo hizo Juan Pablo II en septiembre del 2001. Los que tuvimos el privilegio de acompañar al pontífice polaco no podemos olvidar la impresionante ceremonia que tuvo lugar en el monumento erigido en la capital Yerevan a las víctimas del genocidio armenio. Allí pudimos escuchar emocionados a Charles Aznavour interpretando una elegía musical en recuerdo del millón de armenios que sucumbió a la persecución del Imperio otomano en los primeros años del siglo XX. Los católicos armenios son una minoría en una población de ocho millones de habitantes y coexisten pacíficamente con la Iglesia apostólica de Armenia, nacida en el siglo V y que es independiente tanto de la Iglesia católica como de la Iglesia ortodoxa. Su centro espiritual es Etchmiadzin, un impresionante conjunto histórico considerado como el Vaticano de la Iglesia Apostólica de Armenia. Armenia forma parte de esas «periferias» geográficas y sociopolíticas que Francisco prefiere como objetivo de sus viajes. Se da además la circunstancia de que, cuando era arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio mantuvo estrechas relaciones con la diáspora armenia, que sólo en Argentina cuenta con más 100.000 personas. El Papa hubiera querido visitar el país el año pasado, cuando se conmemoró el centenario del genocidio, pero eso hubiera sido considerado un «casus belli» por Turquía, que niega su implicación en semejante crimen, que atribuye a una matanza interna. En el mensaje que Francisco envió a los armenios el año pasado con este motivo calificó de «verdadero martirio» lo que ellos llaman el «metz yeghern» ( el gran mal). Ankara calificó de «estupideces» las palabras papales y retiró a su embajador ante la Santa Sede.