Julián Cabrera

Bipartidismo incierto

El último sondeo del CIS ha venido a certificar una tendencia que comienza a no dar por garantizado el bipartidismo en nuestro país. El lógico desgaste del partido del Gobierno, a consecuencia de los necesarios ajustes, viene acompañado de un mayor descalabro en el primer partido de la oposición, tal vez porque el estigma del desaguisado en la era ZP se mantiene demasiado cercano en el recuerdo. Pero hay un interrogante que cada vez suma más enteros a propósito de ese otro espacio que en democracias como la italiana han acabado captando opciones como la de ese histrión que desprecia a la Prensa y manipula las llamadas redes sociales llamado Beppe Grillo.

En España parece evidente que ese espacio lo están asumiendo UPyD e IU, cuyo líder, Cayo Lara, con todo el respeto a su discretísima y poco realista trayectoria política, ni lo hubiera soñado cuando se puso al frente de la coalición.

Pero hay otros elementos que hacen difícilmente pronosticable un fenómeno «beppe grillista» en España. Uno es la tradición radical pero no antisistema de IU, con amplia experiencia en gobiernos territoriales o de la propia UPyD, cuya líder desempeñó cargos institucionales como dirigente socialista. Otro es la ausencia de una cara con nombre y apellido que aglutine la dispersión de movimientos, como el mal llamado de afectados por las hipotecas o el 15-M.

Por muchos seguidores que algún ex presidente cántabro acumule en Twiter, y por mucho empeño que haya en recuperar la figura de jueces condenados por prevaricar o ex altos cargos de dorado retiro en Naciones Unidas, todo indica que la recuperación de la economía y del pulso institucional sólo puede llegar de la mano de formaciones con sentido de Estado. Incluso a pesar de quienes utilizan torticeramente la mejor imagen del Ejército frente a la de la clase política en el último CIS.