Ángela Vallvey

#Bring back our girls

Raptan niñas en Nigeria. Hombres malos aterrorizan al mundo con su integrismo, su desprecio por la vida, su fealdad moral y física y su sangrienta estupidez. Lo hacen y así impiden que África despierte y se convierta en el vergel que podría llegar a ser. Pobre África, cada día más encarcelada bajo la atrocidad, la nauseabunda corrupción y la locura de unos violentos tarados mentales.

El grupo de terroristas islámicos se llama «Boko Haram», está liderado por un espécimen repugnante que se rasca nervioso y sifilítico mientras enseña sus sucios dientes de alimaña y mueve arriba y abajo un rifle que seguramente considera una extensión de su mermada, limitada, insignificante virilidad. Ver los vídeos de ese tipo logra colmar los trastornados afanes de emociones fuertes que pueda tener cualquier psicópata en ciernes. A las personas honorables les provoca el vómito existencial y la maléfica sospecha de que en la vida siempre habrá mucho que temer, por los siglos de los siglos. El tío es una escoria, afortunadamente mortal, que ha logrado convertirse en un dechado de las más bajas descomposiciones, puses y carcomas que pueda llegar a originar el alma humana. Eso suponiendo que a la pudrición que le empapa el corazón a tal desperdicio de la especie se le pueda llamar alma. Se dedica a asesinar inocentes, preferiblemente cristianos. Ya lleva más de 1.500, y sumando. Le gusta secuestrar, violar y vender a niñas que estudian, porque una mujer que estudia, y más si es cristiana, significa una amenaza para esta morralla sedienta de sangre.

Si yo fuese musulmana, conociendo las vilezas malhechoras de estos y otros hijos del albañal, abominaría deshonrada, me sentiría humillada, asqueada, maldita; me avergonzaría eternamente de que mi credo sirviese de bandera para tantos crímenes de lesa humanidad, tanto abuso genocida y tanta chifladura asesina.