Julián García Candau

Bruno y Cani

Los jugadores del Madrid y Barcelona, y en ocasiones del Atlético, siempre tienen quien les escriba. Fuera de las dos grandes ciudades, la gloria se reparte en cuentagotas. Afortunadamente, existen transmisiones televisivas en las que se puede observar la calidad y el progreso de determinados futbolistas. Las imágenes inducen a más de un comentarista a ponderar las cualidades de jugadores que deslumbran. Tal está ocurriendo últimamente con Bruno y Cani, dos de las estrellas del Villarreal.

Parece que la Liga los acaba de descubrir. Bruno ya ha sido cuatro veces internacional y, por lo que he podido apreciar esta temporada, está muy por encima de los momentos en que llegó a «La Roja». En el Villarreal tuvo unos años a Marcos Senna como compañero y éste le restó protagonismo. Ahora, Bruno es el alma del equipo. Fue pieza fundamental para el retorno a Primera y está ofreciendo en esta campaña actuaciones extraordinarias.

Ahora, no sólo defiende sino que también ordena el juego de ataque, da pases a sus compañeros de ataque con la precisión y clarividencia de los grandes astros y tira a gol. Bruno no es jugador revelación. Es la constatación de que puede ofrecer tantas o más garantías que otros a quienes no olvida el seleccionador. Como diría un argentino, la bota izquierda es guante de cabritilla.

Cani es cada tarde un ejemplo de jugador que ha encontrado junto a la madurez y la calidad extraordinaria, la fortaleza física de la que careció otros años. En El Madrigal recuerda al mejor Riquelme. Está de diez.

Posdata. En año de recortes crece el presupuesto deportivo.