José María Marco
Bulos y posverdades
En líneas muy generales, los españoles suelen ser poco reflexivos. El defecto atañe a la dificultad que tienen muchos de nuestros compatriotas, en especial los más cultivados, los que han pasado por la universidad –es decir, aquellos que más abiertos deberían mostrarse en este aspecto– para aceptar una idea que contradiga la que tienen ya previamente instalada en la cabeza, o donde sea que estén instaladas las ideas. Así que en nuestro país se produce con facilidad una disfunción característica. Consiste en que la realidad va por un lado mientras que los conceptos que describen esa misma realidad, conceptos que están a cargo de esa elite de cráneo endurecido, van por otro. Y cuanto más inverosímiles y fantásticos sean estos conceptos, más éxito tienen.
Un ejemplo reciente es el del mercado de trabajo y la calidad del empleo que se está creando en nuestro país. Según la «idea» que triunfa, se está creando trabajo, claro, pero es precario y a tiempo parcial. La recuperación es una farsa. La ministra Fátima Báñez acaba de desmentir este bulo. En cuanto a los salarios, está demostrado que desde 2012, el peor momento de la crisis, se ha ganado poder adquisitivo todos los años. Del empleo recuperado desde la crisis (1.962.700 empleos), el 93,3 por ciento es a tiempo completo. Y lo más importante: se ha recuperado el 82 por ciento del empleo indefinido destruido por la crisis, mientras que sólo se recupera el 44 por ciento del empleo temporal. Por tanto, el empleo es hoy más estable que el que había en los tiempos dorados del socialismo. Lógicamente, frente a una caída del 30 por ciento en la creación de empleo indefinida a finales de 2011, la contratación indefinida interanual crece ahora al 13,9 por ciento.
Estos hechos contradicen las ideas, o los prejuicios, que tanto éxito han conseguido y sobre los cuales se van a librar en los próximos meses varias batallas: la de la reconstrucción de la izquierda, la de a quien le corresponde su hegemonía, la de la recuperación del papel político de los sindicatos y la del desgaste del gobierno del PP. Los bulos, o las posverdades, no deberían ganarlas, pero nunca se sabe. La fosilización cerebral de nuestros compatriotas siempre –siempre– afecta al mismo lado del cráneo.
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