Rosetta Forner

Caballos, mentiras y etiquetas de envases

Caballos, mentiras y etiquetas de envases
Caballos, mentiras y etiquetas de envaseslarazon

Ahora, en lugar de «gato por liebre», nos dan «caballo por vacuno». La carne de caballo no es mala para la salud. Empero, habrá quien no quiera consumirla y está en su derecho. Por eso, las etiquetas no deberían mentir acerca de los componentes ¿Realmente sabemos lo que consumimos? Apuesto a que no. La ficción trasciende al cine y la tenemos instalada en la vida cotidiana.

La publicidad, mediante «argumentos de venta», que deberían estar basados en la realidad del producto –no siempre es así o no lo es literal sino interpretativamente–, nos vende «sueños», por eso se dice que es «aspiracional», y los anuncios nos venden de todo menos producto. No sé si el «engañar» o «no confesar lo que de verdad incluye la receta-composición del producto» tiene que ver con la crisis –la cual ya parece que sirve para un roto, un descosido y un «cocido»–.

Puede que todo se deba a la «factoría de ficción» en la que vivimos. Los fabricantes son empresas hechas para ganar dinero, lo cual es muy lícito y respetable, pero no a costa de la salud de los consumidores. No todo vale, o no tendría que valer. Antaño se cocinaba en casa, así sabía uno lo que comía. Quizá debamos volver a cultivar la huerta y asegurarnos de lo que ponemos en la cazuela, porque «somos lo que comemos». Si asumiésemos un poco la responsabilidad, y exigiésemos calidad y veracidad, no nos la darían con queso, o en este caso, con caballo en el precocinado.