César Lumbreras
Cambios episcopales
Hace ya casi un año, el 5 de septiembre de 2013, publiqué una columna con un título parecido: «Cambios eclesiales», en la que decía que «la cúpula de la Iglesia Católica española que hay ahora, al comenzar el nuevo curso, y la que existirá al acabar el mismo a mediados de 2014 se parecerán poco». He acertado, aunque en algún caso por los pelos, porque el Papa Francisco se lo ha tomado con calma y no ha aceptado la renuncia del cardenal Rouco hasta hace unos días. La verdad es que no hacía falta tener dotes de adivino para realizar esas afirmaciones, sino echar una ojeada al calendario. El primer cambio fue la sustitución de Martínez Camino por Gil Tamayo al frente de la secretaría general de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Luego, en marzo, Rouco dejó la presidencia de ésta, que volvió a manos de Ricardo Blázquez. Ahora, el Vaticano ha nombrado como arzobispo de Madrid al de Valencia, Carlos Osoro. Decía también en el citado artículo que en todo el proceso de cambios «habrá que contar con Cañizares, actual ministro del Vaticano, que quiere retornar a nuestro país y al que no se puede situar al frente de una diócesis cualquiera». Finalmente, tras la salida de Osoro, ha ido a parar a Valencia, su tierra, en una carambola del Vaticano. Todavía falta por ver lo que pasa en Barcelona y quién entra en el Comité Ejecutivo de la CEE, porque queda un puesto libre. Dice el Papa que el pastor debe oler a oveja y señalan los que conocen a Osoro y Cañizares que son grandes pastores. Ojalá acierten ambos en sus cometidos porque la cabaña de ganado ovino en España ha disminuido mucho en los últimos años, tanto la metafórica como la real.
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