Historia

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Casualidad

La Razón
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Se llama Fernando y el lunes iba con su moto por la autovía de Andalucía cuando a eso de las diez de la noche, pinchó. Se apartó al arcén derecho para señalizar su avería. De pronto, se sintió sorprendido: una furgoneta paraba. De su interior se bajó Luis Alfonso, que se ofrecía a echarle un cable, así que entre ambos cargaron la moto y la metieron en la furgo. Pasaron apenas unos minutos y Luis Alfonso se desvaneció sobre el volante. Paro cardíaco. Fernando le cogió con la mano izquierda, quitó la velocidad, dejó el vehículo en punto muerto hasta que lo pudo aparcar. Llamó a emergencias, quitó el cinturón de Luis Alfonso, le tumbó como pudo entre dos asientos y le desa-brochó la camisa. Hablando con el 112 le estuvo dando un masaje cardíaco gracias, además, a que había recibido un curso de primeros auxilios por parte de su empresa. Cuando llegaron los sanitarios del Samur montaron un hospital de campaña y no cesaron hasta que lo reanimaron. Fernando cree que si Luis Alfonso no hubiera parado no hubiera podido vivir ni una sola hora más. Así que uno, o ésta que lo es, se pone a pensar en cómo una casualidad puede cambiar tu destino, cómo décimas de segundo pueden cambiarte radicalmente el mañana. Cómo unos días pueden dejar a un hombre sin la mujer de su vida y cómo esos pocos días también sirven para encontrar a la siguiente. Cómo esos días le pueden servir a la primera, para la que la casualidad fue un tormento, para reconducir su vida y tomar decisiones drásticas sobre el futuro. Cómo esas decisiones le van a facilitar hacer algo que siempre quiso hacer. Apenas unos días, quizá unos minutos, unos segundos, una circunstancia inesperada, una decisión improvisada, puede cambiar tantas vidas a diario. En cualquier caso, a las casualidades también hay que salir a buscarlas. Vamos a por ello.