Cristina López Schlichting
Catalanes... españolísimos
Jordi Fábrega, alcalde de Sant Pere de Torelló, fue el primero en proclamar hace dos años la Catalunya independiente. Con dos «collons». Sant Pere tiene 2.500 habitantes y todos votan a Esquerra Republicana. Escuchar a Margallo y Junqueras discutir sobre la futura nacionalidad de los catalanes nos ha puesto ante la España más ridícula y siniestra, la que se salta las leyes cada cierto tiempo.
Yo creo que las monjas de mi cole –y los curas de muchos otros– estaban asustados por la Transición, de otro modo no se explica que jamás llegásemos a estudiar ni las dos Repúblicas ni la Guerra Civil. Ésa es la razón de que muchos desconozcamos que existió un «Cantón de Cartagena» en 1873 o un «Comité Popular de Sama de Langreo» en 1936. Lo de Sant Pere de Torelló no es nuevo, en realidad es una tradición españolísima. En la Primera República, a los federalistas republicanos les dio por proclamar la independencia de las ciudades para no tener que esperar a un cambio de Constitución, y así hicieron en Alcoy, Cartagena, Valencia o Murcia, que fueron erigidos «cantones libres». En el verano del 36, fueron los anarquistas locales los que declararon la independencia de los pueblos, la colectivización de la industria y la agricultura y hasta la eliminación del dinero, que fue sustituido por vales. Así actuaron el Comité Antifascista de Ibiza, el Comité de Guerra de Gijón o el Consejo de Cerdaña. En este país es posible, de repente, convertirse en ciudadano de otro lugar, de un día para otro y sin moverse.
Me preguntarán ustedes a qué viene esto hoy, y yo les digo que al pelo. Porque media España está convencida de que hay elecciones sobre la independencia catalana, en lugar de comicios autonómicos. Oriol Junqueras, Artur Mas y Romeva repiten hoy la muy española tradición de hacer lo que les da la gana, como los de 1873 o 1936. Las conversaciones que se oyen estos días en Barcelona son a veces muy graciosas, si no resultasen patéticas. El Valle de Arán, por ejemplo, reclama su «derecho a decidir» si se produjese la independencia, y los más generosos de entre los votantes independentistas están muy de acuerdo. Casi todos los secesionistas coinciden en que «España nos roba», pero lo del 3 por 100 cae en un extraño olvido... En cambio, que el ministro de Exteriores de España anuncie que el paro subiría, en caso de independencia, un 37 por 100, o que los pensionistas perderían 350 euros al mes, aquí no le importa a nadie. La fiesta va por otro lado, por lo del cantón cartagenero –y que me perdonen los racionales cartageneros actuales– o el comité ibicenco –ídem los ibicencos–. Por paraísos libertarios sin nexos con la realidad. Por eso se produce la paradoja de que Junqueras exija un Estado independiente con catalanes con nacionalidad española. Una tontería.
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