Julián Redondo
Cerco a los tramposos
Hace años se decía en el pelotón que los ciclistas transalpinos iban por delante del resto en cuanto a descubrimientos para cruzar primeros la meta. El doctor Conconi proponía métodos de entrenamiento tan avanzados que la UCI no dudó en captarle y ponerle al frente del aparato represor. Quién mejor que el especialista para descubrir a los tramposos. Luego llegó Michele Ferrari y ganó siete Tours con Armstrong, títulos de los que Lance ya ha sido desposeído. Desalojaron del Giro al pobre Pantani cuando le faltaban cuatro pedaladas para ganarlo. Sin olvidar el ciclismo, los italianos se ocuparon del fútbol, aclararon el «moggigate» y cuando metieron la tijera recortaron dos «scudettos» a la Juventus y la bajaron a la Serie B. Fiorentina y Milan sólo perdieron puntos. En la Liga, hace años que saltaron las alarmas; según se acercaba el final del torneo, las primas a terceros se ofrecían por la radio. Hubo denuncias, pruebas y declaraciones. Nombres y apellidos de clubes y futbolistas implicados. Se echó tierra encima. Pero el problema sigue ahí, latente, multiplicado por las ventajas de las apuestas on-line; pero, cuidado, que ya pueden ser rastreadas. Si un equipo pierde 0-3 en el primer tiempo, despierta sospechas. El jugador encarga a familiares o amigos que hagan las apuestas. No hay límite. Un club le prima para que gane y él se juega una cifra de cinco ceros para perder... Siempre gana. Pero que no se extrañe si la Policía llama a su puerta. La picaresca de antes hoy es delito y en España le van a perseguir como en Italia.
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