José María Marco
Coaliciones naturales
Según datos de la encuesta NC Report publicada el domingo en LA RAZÓN, y confirmada en otros estudios, el apoyo de los electores a los compañeros politólogos sigue bajando. Sólo en el mes de marzo, habrían perdido algo más de un punto, del 14,1% al 12,9%. La tendencia es inequívoca.
Eso en cuanto a las elecciones generales. Aquí, efectivamente, el apoyo a los dos grandes partidos nacionales resiste a los escándalos, en particular al derivado del asunto Rodrigo Rato, y a la ofensiva de las nuevas organizaciones. En las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo, el panorama cambia un poco porque en este caso no rige ni siquiera la práctica de que gobierne el partido más votado. Al revés. Si el partido más votado no consigue la mayoría absoluta, es aceptable que gobierne quien consiga una coalición, aunque sea entre los menos votados. El problema reside en que por mucho que los compañeros politólogos bajen, es posible que ningún otro partido consiga un respaldo mayoritario. La tentación de un pacto entre el PSOE y Podemos, con o sin Izquierda Unida, puede resultar irresistible para los socialistas, que por su lado se van recuperando, aunque no lo suficiente.
De hecho, ya han empezado los movimientos en este sentido y cada vez la coalición PSOE-Podemos se perfila con más precisión. En el resto de los países europeos, y salvo casos muy aislados, resulta inconcebible una coalición de los grandes partidos con los populistas de extrema izquierda o de extrema derecha. Si existen cordones sanitarios, es para que éstos no lleguen al poder. En nuestro país ocurre al revés. Tras algunos titubeos más retóricos que de principio, los socialistas se disponen a dar por buenos los pactos con Podemos, uno de estos partidos.
Esto quiere decir varias cosas. Una, que el PSOE se dispone a volver una vez más a sus raíces radicales, ajenas a la tradición socialdemócrata del resto de los partidos socialistas europeos. Otra es que en el ecosistema de la izquierda española, tan excéntrico con respecto al que ruge en el resto de Europa, los compañeros politólogos resultan una opción aceptable: se comprueba una vez más la fragilidad de los consensos nacionales en nuestro país. Y otra es que Ciudadanos tiene la oportunidad de dejar claro que quieren ser la auténtica socialdemocracia española. Eso sí que sería hacer historia, historia de verdad. Cierto que es una empresa difícil, pero siempre ocurre así cuando la apuesta va en serio.
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