Iñaki Zaragüeta
Confuso e indeciso
Hay alguna teoría defensora de que «el carácter no se quiebra, pero se estira». Así debe ser el del presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, que opta por hacer filigranas con sus declaraciones según quién sea su interlocutor. Un día expresa su convicción de que tendrá que esperar a 2016 para celebrar unas «elecciones plebiscitarias» y, al día siguiente, ante su jefe fáctico, el líder de Esquerra Republicana, Oriol Jonqueras, señala que de ningún modo frenará el proceso soberanista.
Con semejantes disquisiciones parece dar la razón a eso de «la inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido». Claro, no cabe duda, «no le autorizarán el referéndum», entre otras cosas, porque, de acuerdo con la Constitución, es imposible que alguien lo autorice. Como tampoco podrá convocar unas «elecciones plebiscitarias». Pero ¿qué es eso?
Ante tal coyuntura, ¿para qué esperar a 2016? ¿por qué no las convoca ya? President, como dicen en mi pueblo, ¡adelante con los faroles! Si no van a ser permitidas, sobran estos dos años. Tanta indecisión no es buena –«antes era indeciso, ahora no sé»– como no lo es conducir a una sociedad hacia ninguna parte.
Da la impresión de que Artur Mas se encuentra en un callejón sin salida. Con la inmensa mayoría contra la independencia de Cataluña, porque la decidiría, en un supuesto caso, toda España. Con su coalición claramente dividida, al menos por ahora. Y entregado a una coalición, ERC, con muy diferentes objetivos que los suyos. Eso sí, sonriendo.
Y ya se sabe «el que es capaz de sonreír cuando todo le está saliendo mal, es porque ya tiene pensado a quien echarle la culpa». Así es la vida.
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