Rosetta Forner
Crimen y castigo
A Marta del Castillo no hay tribunal que la libere de su condena, ni libertad vigilada a la que acogerse pueda. Por consiguiente, no comparto que se le conceda semejante «premio» a alguien como «el Cuco», encubridor de asesinato y mentidor-ocultador de la verdad.
Unos chicos que se burlaron de la Justicia, de los padres y de la víctima, que fueron tan listos como para conseguir que no les sacaran «la información» y torearon a todos, ¿cómo van, mentes así a no ser un peligro para otras «Martas»? Yo no lo tengo nada claro.
En España somos de rasgarnos las vestiduras. Se nos da muy bien quejarnos de lo que se tendría que haber hecho pero no se hizo... O sea, poca profilaxis y mucha lamentación. Quizá nos falta valentía y determinación para afrontar ciertas realidades que por feas hacen que nos tapemos ojos y nariz.
Empero, su «no confrontación» deviene en «resultados no deseados» aún peores que el que se trata de obviar. La gente no cambia simplemente con el tiempo, ha de hacer algo para que ese cambio se produzca.
La responsabilidad sobre nuestros actos conlleva madurar, además de reflexionar sobre el tipo de vida que queremos llevar y a qué tipo de sociedad queremos contribuir.
Una sociedad permisiva indirectamente alienta conductas disfuncionales, inhumanas o peores. No se trata de castigar sino de pasar la factura de la responsabilidad y la asunción de nuestros actos, máxime cuando éstos tienen consecuencias irreparables. La edad cronológica no debería ser excusa en un crimen. Todos somos Marta del Castillo y su familia.
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