Restringido
Cristina me quiere gobernar
Es uno de los grandes misterios de la Humanidad. No hay quien entienda cómo es posible que un país de 43 millones de habitantes educados y de raza blanca, con cinco veces la superficie de España, las tierras más feraces del planeta, mares ricos en pesca, cataratas magníficas, ríos inmensos y petróleo a raudales, vaya siempre mal.
Argentina ha ganado dos veces el Mundial de Fútbol, triunfa en rugby, tiene tres premios Nobel en Ciencias, dos de la Paz y no cuenta con el de Literatura porque los progres pusieron a Borges en la lista negra.
Pues acabo de leer en «La Nación» que hay 10 millones de personas en la pobreza, 3 millones mal nutridas, una de cada 10 viviendas no tiene agua corriente y tres de cada 10, carecen de cuarto de baño.
Cualquier desinformado podría argumentar que son lacras que se arrastran del subdesarrollo, pero no es verdad. Ahora dispone de una renta per cápita la mitad que la española, pero hasta la I Guerra Mundial fue uno de los 10 países más ricos del mundo, el sueldo medio en Buenos Aires era un 80% superior al de París y el inmigrante, italiano, polaco, libanés o español, que desembarcaba en Puerto Madero ganaba lo mismo que el que lo hacía en la neoyorquina Ellis Island.
¿Cómo se puede estropear algo así? ¿Se abatieron sobre Mar del Plata las siete plagas? ¿Sufrieron desastres naturales en cadena? No: el desastre argentino es consecuencia de la estupidez humana en forma de político.
Me acabo de acordar de Cristina Kirchner y no hay atisbo de machismo en la cita, porque me importa un comino que sea la «reina del botox» o que estrene vestido de lujo en cada rueda de prensa.
Lo chocante es que los argentinos, que de tontos no suelen tener un pelo, fueran capaces de elegirla presidenta tras tener a su marido cuatro años en el cargo, y volvieran a votarla en 2011, indiferentes a sus chapuzas en la escena internacional, a sus garrafales errores de gestión, a sus ristras de mentiras y al descaro con que ella y los suyos meten la mano en la caja.
Eso de que el pueblo nunca se equivoca es una memez y no hay que descartar que el próximo 22 de noviembre hagan presidente al peronista Scioli, el «tapado» de Cristina, aunque todo indica que será el liberal Macri quien se lleve el gato al agua.
Será un disgusto para el chavista Maduro, el boliviano Morales, el ecuatoriano Correa, el sandinista Ortega y los podemitas españoles, pero el mundo se lo agradecería. Incluida Argentina.
✕
Accede a tu cuenta para comentar