Alfonso Ussía

Cruyff

La Razón
La RazónLa Razón

Se abrieron las fronteras. El «Barça» se adelantó al Real Madrid y ahí comenzaron nuestras desdichas. El Madrid contrató a Netzer, un gran futbolista alemán, y a Pinino Más, un argentino que pegaba de cuando en cuando unos zambombazos tremendos y ahí se acaba la historia. El «Barça» apostó fuerte y se trajo a Cruyff y y al peruano Sotil. El holandés lo cambió todo. Era un portento. En la selección de Holanda, la que debió ganar el Mundial tramposo de Argentina, estaba rodeado de grandes jugadores. Neeskens –que vino más tarde al Barcelona–, Resenbrink, y otros futbolistas fantásticos, pero fue Cruyff el que los hizo y modeló. Con Johan Cruyff el futbol cambió y dejó al resto de los grandes clubes con el pie cambiado. Después fue entrenador, extraordinario, y finalmente Presidente de Honor del F.C. Barcelona, honor que le arrebató la Junta Directiva de Rosell, a la que perteneció Bartomeu.

Bernabéu no supo verlo, o no quiso, o no pudo. Di Stéfano, Puskas y Gento, después de perder la final de la Copa de Europa con el Benfica, hablaron con Eusebio. Para Di Stéfano no había en el mundo un sucesor para el Real Madrid como él. Puskas tenía 38 años y Gento era el orgullo español de los blancos. Pero Bernabéu, con tantas virtudes, tenía un defecto. Era cambiante y caprichoso. Y cuando el trío genial de sus futbolistas le intentó convencer para que fichara a Eusebio, que estaba deseando venir al Real Madrid, Bernabéu los despachó airado. «¡No quiero jugadores negros ni con bigotes!». Al año siguiente fichó a Didí, que era negro y con bigotes, y fue un fracaso. Y al cabo de dos años, Di Stéfano, el que había construido la mitad del Bernabéu y creado el fútbol grandioso de aquel Real Madrid, tuvo una discusión con su entrenador Miguel Muñoz, Bernabéu apoyó al entrenador y el gran don Alfredo salió por la puerta trasera del club que se hizo gracias a su genialidad. Como Cruyff, al que terminó olvidando el propio Guardiola, una imitación del holandés. Di Stéfano falleció siendo, gracias a Florentino Pérez, Presidente de Honor del Real Madrid. Para Cruyff, su ídolo y su amigo. Los genios siempre se llevan bien.

Cruyff cambió el fútbol y cambió al «Barça». Y esos cambios coincidieron con el principio de nuestros sobresaltos merengues. Ya nada fue igual. El fútbol que practicó Cruyff como jugador y el que estableció en el «Barça» como entrenador es el mismo que hoy asombra en el mundo. Núñez lo echó de mala manera, pero su estilo quedó ahí, y ha sido el estilo de Guardiola, de Vilanova y de Luis Enrique. Hay que inventar otro fútbol para superar al de Cruyff, pero todavía nadie lo ha conseguido.

El holandés que termina de morir, el «Flaco», fumador empedernido –como don Alfredo–, que se escondía en los descansos para fumarse un cigarrillo hasta el filtro, forma con Di Stéfano, Pelé y Maradona, las cuatro cumbres de la historia del fútbol. Queda una quinta cumbre que ya está adjudicada a Messi. La excelencia es consecuencia también de la inteligencia, y en ese apartado Maradona tiene mérito. Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Messi han sido tan inteligentes como Maradona un berzotas, pero los milagros existen. Otras cumbres compiten con las cinco referidas, las de Cristiano, Romario, Zidane, Ronaldo, Charlton, Gento, Puskas, Kubala, Beckenbauer, Zamora, Yachin y Rossi, pero hay cincuenta cimas como ellas. El mérito de las cinco cumbres fundamentales es evidente. Ellos hicieron a sus equipos y sin ellos sus equipos perdían la mitad de su valor. No eran ni son sustituibles. No tienen recambio. O ellos o la limitación.

Esa diferencia, la que existe entre un grandísimo jugador como Cristiano Ronaldo y un miembro de las cinco cumbres como Messi, es la se establece entre el Real Madrid y el Barcelona en la actualidad. Y todo es herencia de Cruyff, nos guste o lo deploremos quienes no somos partidarios del club barcelonés. Cruyff ha sido al «Barça» lo que don Alfredo fue al Real Madrid. El inventor de su mejor época.

Como aficionado al fútbol lamento profundamente que Cruyff se haya marchado. Era una referencia. Su palabra, valiente y directa, molestaba a muchos. Criticó con dureza los abucheos al Himno de España y al Rey de la masa independentista. Y como los genios, vio el fútbol con la sencillez de los elegidos. «Un pase de cuarenta metros es muy bonito. Pero es una tontería si se puede hacer uno de veinte metros con el mismo fin».

Se ha marchado el futbolista que más me ha hecho sufrir como madridista. El entrenador que más me ha hecho padecer como madridista. Pero también, como aficionado al fútbol, el creador de un estilo que todavía me revienta y me deja la boca abierta de la admiración.

Una de las cinco cumbres.