María José Navarro

Cumpleaños

Mi madre me ha cumplido años. Aquí podría acabar esto y mis fieles (uno o ninguno) ya imaginarían el episodio. Ha cumplido setenta y ocho pero por la vitalidad podríamos haberle hecho una fiesta a base de gusanitos naranjas, Fanta de colores y sándwiches de fuagrás con las puntas para arriba. Va una a ver a su madre y a desearle que esté muchos años aquí porque la vida sin ella suponemos que sería muchísimo más tranquila y plácida y lo que mola es estar siempre a salto de mata, y se encuentra con que quiere un móvil nuevo. Además de cremas antiarrugas, y polvos de sol del Mercadona, un móvil nuevo. Además de nadar cuatro horas diarias, de andar otras tantas, de ir al club de jubilados y cantar continuamente bingos y líneas y después merendar como si no hubiera un mañana, ahora quiere un móvil. Bien, vamos a la tienda, y me dejo los puntos acumulados y la fidelidad entera. Despliegue de maquetas de móviles que ella confunde con los reales y con los que trata de llamar a ver qué tal se oye. «Pues este mismo. Y en negro, que se ensucia menos. Aunque el blanco, te digo una cosa: yo creo que se puede lavar». El teléfono en cuestión es de última generación, pantalla táctil, píxeles y megas por un tubo. «¿Pero puedo poner en este una foto de Aitor Ocio para que me salga de fondo?». «Sí, puedes». «Ah, pues este entonces». «¿Quieres tomar algo y lo celebramos?». «Yo quiero gambas a la plancha y dos o tres cosas más. Poco, que luego meriendo en el club». Apenas unas horas después, cumplí años yo.

Soy una vieja. Lo sé.