Ángela Vallvey
Dando cera
Noticia: la figura de Isabel Pantoja ha sido retirada del Museo de Cera de Madrid. La tonadillera tenía su propia efigie, en la sección taurina, al lado de Paquirri y de Elisabeth Taylor, desde el año 85 del siglo pasado. «Ante los hechos acontecidos en la Audiencia Provincial de Málaga con Isabel Pantoja hemos decidido retirar la figura porque nosotros siempre nos hacemos eco de las circunstancias que van pasando», han dicho, textualmente, a Efe fuentes del museo. Cierto, las circunstancias van pasando, y lo peor es que, si no fuese por el Museo de Cera de Madrid, no tomaríamos las medidas adecuadas. Vengo observando desde hace años que, de hecho, el Museo de Cera de Madrid es el único ente, organismo y/o institución que parece enterarse de las circunstancias que van pasando. Para estar en el Museo de Cera de Madrid hay que superar unos exámenes morales que –normalmente, y así nos va– no se requieren para quebrar entidades bancarias, por ejemplo. El Museo de Cera de Madrid es un club harto escrupuloso cuya plaza no se gana para toda la vida. Puede que la cera se derrita al calor, no así los decorosos estándares del museo, que no se ablandan fácilmente. Lo más ético que tenemos ahora mismo en España es la carretilla del Museo de Cera de Madrid, que desaloja a las figuras sospechosas de liviandad sin que le tiemble una rueda. «Pero, ¿para qué las retiran, si los muñecos no se parecen en nada a los originales?», me interrogo a mí misma. Luego pienso que también podrían vestir a todas las esculturas con chándal. «¿Por qué?», se preguntará usted. Pues por lo mismo que los candidatos a la presidencia de Venezuela llevan todos chándal: por si tienen que salir corriendo cuando menos se lo esperan...
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