Selección Española
Del Bosque
Eslovaquia sorprendió a España en su territorio y desde entonces, encaramada a la primera posición del grupo, proyecta sobre los demás la superioridad que las victorias garantizan. Y juega bien al fútbol, nada es casual; pero en el Tartiere no desplegará sus mejores armas ofensivas por dos razones: por la baja fundamental de Skrtel y porque un punto es un tesoro. Firma el empate, seguro. Con un punto mantiene el liderato y la clasificación para jugar en Francia está a su alcance.
El guión del partido está escrito, no hay tramas alternativas ni más misterio que el desenlace. España va a jugar al ataque, como siempre; mantendrá el control, porque no sabe comportarse de otra manera, y dominará casi todo el tiempo. Eslovaquia reculará, aguardará atrás, con la infantería, la caballería y la artillería alrededor del portero. Defenderá mientras procede a la paciente exploración de la flauta por si suena. Y si suena, sobre Del Bosque caerán rayos y centellas. El traspié que toma cuerpo con el empate resucitará todos los fantasmas habidos y por haber: el 5-1 de esa Holanda que pierde en casa con Islandia; el batacazo del 14 y Curitiba; las derrotas amistosas frente a rivales de estatus similar; las victorias sin brillo ante adversarios de medio pelo, o la loable ocurrencia de haber convocado a Valdés, que en ningún caso iba a jugar ni contra Eslovaquia ni contra Macedonia, para levantarle la moral... Un rosario penitencial que no enjugan un Mundial y una Eurocopa. El fútbol es presente y la obligación de la Selección, porque es mejor, y de Vicente del Bosque, es demostrarlo, ganar hoy y ser líder del grupo para llegar cuanto antes a la Eurocopa de Francia.
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