Julián García Candau

Derbi sin emociones

Ariesgo de ser calificado de heterodoxo digo que este fútbol del Barcelona, de mucha posesión y poco peligro ante el marco contrario, de muchos toques y excesiva parsimonia hay momentos que me aburre. Da la impresión de que se quiere cambiar. Mascherano ya ha dicho que al fútbol también se juega con tres toques, con más verticalidad, con más velocidad. Sin embargo, ante el Espanyol intentó el juego por los extremos y tal plan no creó grandes rendimientos porque el equipo carece de un delantero centro para el remate. Durante la primera mitad, el mayor peligro lo creó el Espanyol, en contragolpe que Piqué no resolvió y Víctor Valdés, con los pies, desvió el balón que iba a gol. El tanto del triunfo llegó en el minuto 68 en pase casi inverosímil de Neymar, que aprovechó Alexis.

Los mayores recursos del ataque barcelonista estuvieron en Neymar y en las penetraciones de Dani Alves. Al primero le cortaron el paso los defensores blanquiazules y el segundo centró con desacierto en varias ocasiones. Al Barça le falló, fundamentalmente, el último pase. Ello tenía explicación al pretender penetrar por la gran barrera españolista.

El derbi se pareció poco al tradicional. Javier Aguirre buscó evitar la derrota más que la victoria y ello se tradujo en la constante permanencia del balón en su zona. Sólo después del tanto cambió el juego. Los españolistas decidieron atacar y llegaron a poner en aprietos a los barcelonistas. En el Barça, Messi no está e Iniesta no se halla. Con sus ataques, los periquitos pusieron en evidencia el sistema defensivo barcelonista. El líder tiene ya demasiadas deficiencias.