Irene Villa

Derecho a saber

Hoy es el día internacional del derecho a saber. Así se estipuló el 28 de septiembre de 2002, cuando un encuentro mundial de organizaciones que se encargan de promover el acceso a la información pública, decidieron crear la Red de Defensores del Acceso a la Información. Y es que, afortunadamente en democracia, es lícito, e incluso imprescindible, estimular el conocimiento y la información, así como velar por la supresión de todo aquello que obstaculice el derecho a saber. Pero resulta que cuanto más se habla de transparencia más dudas nos asaltan acerca de si estamos siendo engañados o no, por culpa de determinados intereses. Lo que sí está hoy en día en nuestra mano por suerte es evitar el sectarismo. Gracias a la oportunidad de conocer diferentes visiones, cada uno puede crearse la suya propia y no sentirse manipulado. El derecho a saber nos hace libres porque descubre ante nosotros diferentes opciones y abre nuevos caminos. Conocer la verdad es también fundamental para que se haga justicia. Puede que jamás sea devuelto lo perdido tras una irreversible injusticia, pero no truncar la investigación que la esclarezca forma parte de la terapia para superarlo. Para zanjar lo que no debe marcarnos de por vida. Para dar cerrojazo a ciertos capítulos y para que no vuelva a ocurrir, para acabar con la incertidumbre y poder superarlo, es necesario saber la verdad. Y así como la paz empieza por uno mismo, la verdad nace en el seno familiar y, si no, siempre estamos a tiempo de sincerarnos, en primer lugar, con nosotros mismos.