Alfonso Merlos
Desarmados y desalmados
Es un principio básico de la disuasión. Estaba cantado. Si dejas de defenderte, te atacan. Si te muestras desarmado, te agreden. Si bajas la guardia, van a por ti. Y no estamos hablando de quienes saltan la valla o asaltan una ciudad como Melilla, o como Ceuta. Los atacantes y agresores y asaltantes son los capos mafiosos que engañan y juegan con la vida de los subsaharianos que al cruzar la frontera son recibidos con mantas y comida.
Un Estado es un Gobierno, una población y unas fronteras definidas. Y eso significa que los límites territoriales son y deben ser inviolables. No hay duda de que los agentes del orden están para lo que hay que estar. De lo contrario podrían ser sustituidos por los miembros de una ONG. Y cuando les quitamos las pistolas o las pelotas o los escudos (¡sí es lo que va en su naturaleza!) estamos sentando las bases para que ellos lo pasen mal, y para que lo pasen peor los ciudadanos a los que protegen y por cuya tranquilidad velan. ¡¿O no?!
Seamos responsables. Los únicos beneficiados de este lamentable efecto llamada que estamos creando a marchas forzadas son los traficantes de seres humanos. Han estado aguardando pacientemente la pereza del Gobierno de Marruecos y las dudas en el de España. Se están forrando. Están multiplicando el dolor de miles de inocentes. Hay que frenarles. Ya.
Porque llega el buen tiempo. Porque la avalancha va a ser episódica y sostenida. Porque los plazos en adelante juegan en contra de quienes deben parar en seco las más violentas derivaciones de la pobreza. Si tomamos conciencia, si somos menos innecesariamente condescendientes, hasta seremos capaces de amortiguar los penosos efectos de la pobreza. ¿Queremos? ¿Podemos?
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