Iñaki Zaragüeta

Desconfianza inaceptable

Lo que faltaba, que las sospechas infundadas se conviertan en argumentos para decidir sobre las instituciones. Ahora, para los nacionalistas catalanes sólo sirven las leyes y los mecanismos del Estado compuestos por contenidos o miembros afines a sus ideas. Textos y personas que sean tan inconstitucionales como ellos.

Así se desprende de la argumentación del Parlamento Catalán para que sus servicios jurídicos estudien recusar a varios magistrados del Tribunal Constitucional por «animadversión hacia Cataluña», ahora que está dirimiendo sobre la declaración de la soberanía. La tesis para semejante desvarío es «la impresión de que puede haber un grupo de magistrados de afinidad ideológica al PP». ¡Toma ya!

Lo dicho. No importa la legalidad constitucional, ni la libertad y seriedad de criterio, ni la imparcialidad innata de los cargos. Sólo importa la identificación con las tesis secesionistas. O validan la consulta independentista o no sirven para sentenciar sobre ella. Quienes así se pronuncian, se invalidan por sí mismos. Pero, también, hay que ver lo que empreñan.

La propia presidenta del Parlament declaraba ayer que sus premisas son suposiciones, pero quieren asegurarse la imparcialidad. ¿Cuál? ¿la que ampara su objetivo? La cuestión es mucho más simple. Lo que ella llama sospecha, parcialidad y suposición es simplemente la Constitución, la legalidad y, por tanto, la Justicia. Algunos –cuantos más, mejor– de los que exhiben tal desconfianza sin fundamento, deberían leer a los clásicos, aprender de ellos, de aquellos que afirmaban –«cuanto mejor es una persona, más difícilmente sospecha de la maldad de los demás». La sospecha, más si es gratuita, arbitraria, sólo puede conducir al error y, sobre todo, indica la tendenciosidad y la falta de objetividad de quien la sustenta. Así es la vida.