Grupos
Digno de amor
Normalmente creemos que los demás son afines a nosotros. Que ante ciertas situaciones reaccionarían de manera parecida. Que sus sentidos responden de forma similar a la nuestra. Que básicamente las personas somos iguales. ¿Es esto cierto? Sólo hay que mirar un poco el mundo, escuchar con atención a la gente, dar un paseo por las redes sociales, charlar con compañeros, para ver que no. Aparte de las diferencias de género, que son palpables y científicas. Las culturales y experienciales hacen de los humanos un abanico complejo y sutilísimo difícil de entender. Ni neurólogos, ni expertos en el alma humana saben de donde viene tanta diferencia. Unos hablan de genes, otros de cultura y educación. Yo no dejo de asombrarme de lo extraños que me parecen mis coetáneos, incluso hasta mis amigos. Ahora que todo se comunica fácilmente en las redes sociales les descubro más. A veces, me alucinan sus opiniones o sus fotografías. No parecen ellos. En la soledad de las máquinas escribimos cosas sorprendentes, como si se nos hubieran escapado. Sí, me asombra lo complicado que es hoy para mí hacerme amigos nuevos o amantes. No conozco varón, y me relaciono con bastantes, con el que pudiera soñar una historia romántica. Me resultan lejanos, medrosos, extraños sería la palabra. Pero cuando reflexiono me digo que soy yo. Yo soy la rara, sin duda. Yo ando por no se sabe dónde y opino cosas inverosímiles. Yo sigo teniendo fe en el ser humano, seguramente por un sentimiento egoísta; porque si no creyera moriría. Pero hay algo que nos une a todos, que sigue sin fallar jamás: decirle a ese extraño que es digno de amor. Hacérselo sentir porque así lo sentimos. Porque es verdad. Entonces, todo se vuelve igualdad.
Paloma Pedrero
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