Martín Prieto
Dos cabalgan juntos
Hasta cuando los tratábamos y recibíamos sus confidencias muchos creíamos que Felipe González y Alfonso Guerra eran amigos, de intimidad, compinches, estimación crecida cuando a cuenta de las golferías sevillanas del «hermanísimo» Felipe amenazó en Cortes con su dimisión si caía su valido. «Dos por el precio de uno». Sospecho que el entonces Presidente no hubiera cumplido su jactancia y dejado a Guerra ante los lobos. González siempre tuvo un sentido del Estado ajeno a cualquier veleidad sentimental (contra lo que parece Guerra es más afectivo que sarcástico) y llegada la hora exigió a Guerra que se fuera del Gobierno. En sus habitaciones de La Moncloa tenía el vicepresidente un sistema que borraba las grabaciones, incluso las que él autorizaba, y varios periodistas de confianza quedaban atónitos ante el multifallo de sus magnetófonos. Guerra es pícaramente retorcido. Un miembro del «Clan de la tortilla» acudió a su casa y, habiendo entonces sólo teléfonos fijos, anotó el número escrito en el cacharro negro de baquelita. Luego en persona: «Te he llamado y no es tu teléfono». «A ver si te crees que iba a poner el número verdadero». Felipe y Alfonso no han sido amigos jamás y sólo se han instrumentalizado mutuamente. Nada tienen en común y ni siquiera les gusta el mismo tipo de mujeres. Siempre hicieron vida aparte y Alfonso ni bajaba a las tenidas nocturnas de la bodeguilla. Entiendo el rencor social de Guerra nacido en una familia numerosa muerta de hambre. Felipe, pese a las hagiografías que le representaban como trabajador en la vaquería paterna, se vestía para ir a las fiestas universitarias aunque fuera apestando a leche. Guerra se dedicó a la agitación cultural(teatro y una librería) mientras Felipe politiqueaba en un bufete laboral más cerca del catedrático Jiménez Fernández que de Pablo Iglesias. El doctor Jeckyll y Mister Hyde que se vieron obligados a cabalgar juntos para hacerse con el poder en el PSOE y en España. La lucha entre las afinidades electivas y las disparidades conflictivas. Es un misterio que caminarán tanto mano a mano.
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