Cristina López Schlichting

Ducha, bigote, basura

La crisis está reactivando el pasado. Vuelven la estricta contabilidad, las comidas en tartera, las vacaciones en el pueblo ¿Hay que ahorrar en las basuras? Es el debate en los bares. En mi twitter (@crisschlichting) ha dejado Pablo Díaz-Aller un mensaje contundente: «Vivo en Dresde y por mi barrio pasa el barrendero cuatro veces al año. Está más limpio que Madrid sin huelga ¿Por qué?». Los españoles somos minuciosos en higiene personal, superiores al resto de los europeos. Debe ser la mezcla entre las culturas mediterránea y árabe, pero más de un británico, italiano o alemán deja pasar largos días entre ducha y ducha o entre muda y muda de camisa. Sin embargo, lo público nos es bastante indiferente y puede que tengamos que ir aprendiendo a cuidar más las calles. Me he tomado la molestia de charlar con Díaz-Aller, que ha resultado ser un cantante de ópera y traductor con gran capacidad de observación. «Por las mañanas trabajo en casa –dice– y, desde mi ventana, he comprobado que, papel que se tira al suelo, papel que se queda ahí durante varios días». En Dresde se recogen los cubos de basura una vez por semana y la limpieza urbana se realiza ¡cuatro veces al año! No se barren las hojas del otoño, por ejemplo, hasta la completa caída, al comienzo del invierno. Es otra filosofía.

Tal vez esto de ser europeos consista en que los británicos se duchen diariamente, las portuguesas se afeiten el bigote y los españoles tiremos las colillas a la papelera. Mi cantante interlocutor, por ejemplo, ha desarrollado en Alemania una sofisticada capacidad de reciclaje. Tiene seis cubos en casa: basura orgánica, envases, restos no orgánicos, cartón, papel y vidrio (por colores). Paga una tasa de basura, pero el Ayuntamiento sólo recolecta el contenido de los tres primeros: el resto los lleva personalmente a los puntos limpios. Por si fuera poco, corre de cuenta de la comunidad de vecinos la limpieza de un tramo de nieve hasta la calzada ¡Y ha de estar realizada antes de las cinco de la mañana! Tal vez el paseo diario del barrendero sea un atraso. La rémora de una época (la de mi infancia) donde tirábamos todo por las calles, desde cascos vacíos a latas de sardinas, y alguien llegaba de madrugada con una manga de riego a echarlo todo por las alcantarillas. Es más barato poner cada cosa en su sitio (papeles en la papelera, basura en los cubos, vidrio y papel en los colectores). Y puede que hasta disfrutemos de las calles cubiertas de hojas en otoño.