Julián Redondo
El 2%
En la Federación Española de Fútbol están muy tranquilos; en el Cosejo Superior de Deportes, también. En la RFEF no creen haber cometido delito alguno, aunque el préstamo al Recreativo, gracia que no obtuvieron otros clubes en las lamentables circunstancias del Decano, podría provocar a Villar una caída prematura del cabello. Las espadas están en alto y la afición, más pendiente de la Copa, de la Liga o de la «Champions» porque esas cosas de palacio, de tan despacio que van, producen más sueño que morbo. Si bien es cierto que cuando los resultados son malos y la crisis económica acecha, todo lo que afecta a la dirigencia del deporte multiplica las tensiones, que no son exclusivas del planeta fútbol.
El tenis espera elecciones, una vez que José Luis Escañuela ha sido amortizado por la Ley y de que él mismo se ha despedido de la fotogenia de los éxitos, oscurecida por escándalos y fracasos. No quiere saber nada de la película.
Pero no es el único rodaje. En el baloncesto la movida está sumiendo a la Federación en el desgobierno mientras los auditores recaban datos y más datos. Lo cual no es óbice ni cortapisas para que entre bambalinas empiecen a surgir candidatos a la sucesión de José Luis Sáez, de quien todavía se espera la dimisión oficial.
Lo del fútbol es más de lo mismo: dinero y poder. Por lo primero es posible que a Villar le den la espalda algunas territoriales que él imagina de su cuerda. Ahora que ya no van a recibir arbitrariamente el 1% de las Quinielas sino un 2%, por la propina de los derechos televisivos, repartido en función del número de licencias, la coacción deja de ser medida de presión y la libertad de elección, una amenaza... hacia el poder establecido.
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