Francisco Marhuenda
El acierto del sentido común y la eficacia
El tiempo pasa rápido, demasiado, aunque no tanto como para que olvidemos el estado en que se encontraba la economía española hace dos años y lo que representó el riesgo de tener que solicitar el rescate como algunos pidieron con insistencia. Durante muchos años, cualquier español tenía una opinión sobre el fútbol, salvo los que tenemos poca idea sobre ese tema, pero ahora estamos llenos de economistas, historiadores y juristas aficionados que pontifican con un desparpajo que me deja estupefacto. No hay asunto sobre el que no tengan criterio fijado. Han pasado dos años y la realidad, aunque la izquierda y los acomplejados de la derecha la intenten matizar, es que el panorama ha cambiado sustancialmente. El rescate era un despropósito y Rajoy lo tuvo siempre claro, quizá porque el sentido común, la información que tenía y su experiencia política le permitieron ver con gran claridad los riesgos que hubiera tenido para España perder su «independencia».
Es cierto que hay que seguir instalados en la prudencia, algo que siempre ha caracterizado al presidente del Gobierno, y no caer en una frívola euforia, pero el vuelco es algo indudable. Los diferentes indicadores muestran en su conjunto una tendencia muy positiva e incluso la prima de riesgo cuenta con un diferencial lo suficientemente atractivo como para atraer inversores extranjeros que compren la deuda pública. No nos interesa que llegue a un punto en el que no fuera competitiva. Esto permite liberar recursos que fluirán, sin duda, hacia el crédito y el consumo. Las crisis económicas son distintas, aunque puedan tener elementos comunes, por lo que no siempre es posible aplicar la misma receta. La historia de la economía es muy útil, una vez más, para acallar a los «expertos» que defienden entrar en una espiral en el gasto público utilizando el ejemplo del Crack del 29 y a Keynes, aunque olvidar que la II Guerra Mundial fue la clave para la recuperación de la economía estadounidense. Rajoy es un político serio, con sus aciertos y sus errores, pero hay que agradecer que tenga las ideas claras. Una vez que se marcó la hoja de ruta, tras oír muchas opiniones y sopesar diversas propuestas, se ha mantenido firme a la hora de llevar a término uno de los mayores procesos de reformas que ha vivido la economía desde hace mucho tiempo. Es lo que explica el vuelco.
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