Alfonso Merlos

El camino del respeto

Es evidente que no. Van de auténticos promotores de la defensa de la democracia real y del archisagrado derecho a la autodeterminación pero no han entendido nada. Por eso son incapaces de interiorizar que cualquier institución tiene su origen, define su estructura y delimita sus funciones de acuerdo con la ley y con su respeto. Así son ellos. Los bravos concejales secesionistas que en Cataluña, en un acto nulo de pleno derecho, han invocado este fin de semana en sus tomas de posesión la proclamación de un Estado catalán libre y soberano, y que han quedado a disposición del nuevo Parlamento y el presidente que surjan de las elecciones plebiscitarias de septiembre. De nuevo aparece el desacato, la insubordinación, la rebelión frente al orden establecido a partir del cual se construye una sociedad; porque lo contrario es la jungla y la ley del más fuerte, la imposición del macarra o el matón de turno. Así que tiene todo el sentido que el Gobierno ponga en marcha los mecanismos legales, con urgencia y sentido de la proporcionalidad, para anular estos últimos episodios protagonizados por quienes tienen dificultades para distinguir la reivindicación legítima de la pura fantochada. Porque, honradamente, el grotesco histrionismo de quienes han prestado juramento expresando su adhesión al proceso soberanista está rebasando casi todas las fronteras imaginables. Y su resultado está siendo simplemente irrisorio. ¡Qué se le va a hacer! Hay independentistas duros de mollera que siguen cabalgando a lomos de un enloquecido caballo sin asumir que, con las rudas formas que emplean, padecerán antes o después un serio revolcón. Lo sentimos. Los ciudadanos no merecemos que el gamberrismo, la necedad o el libertinaje campen por sus respetos en nuestros ayuntamientos. No.