Alfonso Ussía
El Cit
El CIT puede ser muchas cosas. El Centro Internacional de Turismo, la Corporación Interautonómica de Taxis, la Cooperativa de Indígenas de Tamaulipas, e incluso, la Compañía Infractora de Tributos. Puede ser también la Coalición Islandesa de Trucheros y la Comunidad de Inspectores de Tambores. Un individuo, cuyo nombre y apellidos respondan a Cipriano Iñurramendi Toledo, tiene todo el derecho del mundo a firmar de manera abreviada «CIT», y similar derecho lo detentan quienes se llamen Candelaria Íñiguez Tablada, Consolación Idiáquez Tindermans o Carmelo Irisarri Tassot. Se me olvidaba el Consejo Insolidario de Trabajadores, que no creo que exista porque para eso están Comisiones Obreras y la UGT. El presidente honorario de la Confederación Internacional de Tajados me ruega encarecidamente que no revele su identidad, ruego que no puedo atender porque también es CIT. Además de presidente de la Confederación Internacional de Tajados, se trata del Conde de Islas Tórridas, y eso hay que publicarlo aunque moleste y desacredite al noble mencionado. En ocasiones, esto de escribir es ocupación áspera y dura con riesgo a la pérdida de alguna amistad. Pero sucede que lo del conde es insuperable. Porque su nombre de pila y sus dos rimbombantes apellidos responden a Cristián Ibarrola Templario, y conforma tres CIT en una sóla persona. Un CIT en versión triple, y por tan sencilla razón, del todo admirable.
Me han interesado sobremanera las conclusiones históricas a las que han llegado, después de décadas de agotador estudio, los eximios historiadores de la «Nova Historia de Catalunya». El mismo y propio Jordi Pujol –me refiero al papá–, se ha mostrado feliz con los hallazgos, al fin puestos a disposición de la cultura. Que «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha» lo escribió Cervantes en catalán, y que catalán fue, y no otra cosa, don Cristóbal Colón. Los argumentos son contundentes y aquel que pretenda ponerlos en duda es, sin duda, un enemigo de Cataluña. Cristóbal Colón –a partir de ahora «Coló»–, no emprendió su gesta océana gracias a la financiación de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Lo hizo apoyado por «La Caixa», y hay papeles que lo demuestran. Y partió del litoral catalán en pos de la gloria, y no desde la onubense Palos, como creemos los ignorantes, con sus tres carabelas «La Moreneta», «La Pinta» –aquí se da una curiosa coincidencia histórica–, y «La Nena». Y en lo que respecta a Cervantes, lo que nos temíamos. Don Miguel, por fastidiar a sus coetáneos Quevedo, Góngora y demás mastuerzos monolingües, aprendió el catalán en Alcalá de Henares y escribió su obra magna, que lo es de la humanidad entera, en un idioma creciente como el catalán y no en trance de desaparición, como era el español del Siglo de Oro. Ni en «Planeta», ni en «Plaza y Janés», ni en «Tusquets» consideraron que era obra interesante, y tuvo que conformarse con la amable disposición del impresor barcelonés Joan Cucurull, que se hizo cargo del «Quijote», pero sin adelantarle el correspondiente anticipo. Y aquello fue un fracaso, y de los gordos.
Lo anteriormente expuesto con disfraz de obligada brevedad es rigurosamente cierto. Y ahora, los historiadores de la «Nova Historia de Catalunya», nos regalan un nuevo descubrimiento, que deja pequeño al de «Coló» de las Américas. El Cid también era catalán. El «Cit», y de ahí el título del presente texto. El «Senyor Rodrí Dolz de Vivá», al que los burgaleses, que siempre han sido muy caprichosos, tradujeron por Rodrigo Díaz de Vivar para oscurercer las claridades obvias de nuestra Historia común. Es más, todavía hoy, a pocos kilómetros de Burgos y en la carretera que lleva a Sotopalacios, Ubierna y Santander, se ubica una pequeña localidad con el topónimo de «Vivar del Cid», una agresión a Cataluña que no puede ser pasada por alto. Rodrí Dolz de Vivá casó con la senyora Montse Pallaró, no tuvo hijas, jamás pisó Burgos, a ningún Rey exigió juramento, y nunca sufrió las penas del exilio. Y cuando le pidieron que formara parte de las tropas catalanas que reconquistaron Valencia, el «Cit» fue conciso y bastante cortante. «El "Cit"sólo reacciona si está en peligro la soberanía de Cataluña».
La Historia, en ocasiones, cambia de rumbo y pasado cuando auténticos historiadores se ponen a ello. Así, que ya lo saben.
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