Elecciones catalanas
El dilema de la CUP: investidura o elecciones
Artur Mas está redoblando su órdago a la CUP hurgando en las contradicciones de la formación independentista y forzar el voto de investidura de, al menos, una parte de este grupo. Junts pel Sí tiene una propuesta en cartera en la que Mas –como adelantó LA RAZÓN hace unas semanas– será el presidente con tres vicepresidentes que tendrán amplio poder: Raül Romeva, Oriol Junqueras y Neus Munté. El movimiento de Junts pel Sí intenta incidir directamente en la asamblea que la CUP celebrará este domingo en Manresa. No ha sido el único de esta semana, Mas ha arremetido contra la decisión del ministro Montoro de controlar los gastos de la Generalitat para poder acceder al FLA y erigirse en el principal valedor del soberanismo. Con estos movimientos, el presidente en funciones intenta matar dos pájaros de un tiro. Primero, presionar a la CUP para que lo invista presidente y, segundo, dar impulso electoral a Democracia y Libertad, el nuevo seudónimo de la innombrable Convergència Democràtica.
El domingo, la CUP ha convocado una Jornada de Debate Nacional que no tomará ninguna decisión sobre la investidura de Artur Mas si no existe primero un acuerdo programático. De momento, sólo está la oferta de Junts pel Sí que la dirección colegiada de la CUP no ha refrendado ni aceptado. Este posible acuerdo está siendo contestado desde las filas de CDC y del propio gobierno porque además de esa presidencia colegiada recogerá exigencias de la CUP en materia económica y social que distan años luz de los planteamientos de CDC. La asamblea sólo servirá para debatir la situación política pero no está previsto que tome una decisión, aunque el sector proclive a priorizar el proceso independentista, y apoyar la investidura, situado en torno a Poble Lliure lo intentará. Los partidarios de votar contra Mas prefieren analizar la propuesta cuando ya sea acuerdo con Junts pel Sí en una asamblea extraordinaria. En esa sí se tomarán decisiones. A día de hoy, no está ni tan siquiera convocada.
Los movimientos de esta semana de Junts pel Sí están encaminados a romper la CUP y conseguir los votos necesarios –con dos tienen suficiente– para investir a Mas antes de las generales. Las costuras de la CUP están a punto de estallar porque Mas ha logrado poner en contradicción a sus dos corrientes internas muy ideologizadas. Lo que ahora debe responder la CUP son las preguntas que formula en su libro «El fenómeno nacional», el fundador del PSAN y vicepresidente de la ANC desde 2011 a 2013, Carles Castellanos: ¿cuál debe ser el papel del movimiento hacia el socialismo ante movimientos nacionales de ideología burguesa? ¿Aunque el movimiento nacional tenga un carácter burgués, el proletariado debe apoyarlo incondicionalmente? Castellanos se responde: «Claro que no, porque el proletariado no puede verse subordinado por la política burguesa».
Desde la fundación en 1968 del PSAN (Partido Socialista de Liberación Nacional), el movimiento independentista de izquierdas ha sufrido centenares de escisiones y el motivo siempre ha sido el mismo. ¿Qué es primero, la independencia o la revolución social? Ahora la pregunta es ¿O Mas o març? –elecciones en marzo– pero el dilema es el mismo.
La CUP es una coalición de partidos antisistema con mucha carga ideológica marxista-leninista, consciente de que llega la hora de decidir. Endavant-OSAN –heredero del frente social– mantiene su negativa a investir a Mas porque es el representante del sistema que quieren destruir. Su máxima representante es la diputada Anna Gabriel. Poble Lliure, heredero del frente nacional, abre la puerta en caso de alcanzar un acuerdo. Curiosamente, Poble Lliure es heredero del Moviment de Defensa de la Terra, que tuvo el apoyo de la organización terrorista Terra Lliure. Su máximo representante es Albert Botran. En CDC mantienen sus esperanzas en que este grupo vote a favor de la investidura rompiendo la CUP en una especie de tamayazo a la catalana.
Estos dos partidos mantienen una fuerte pugna interna para influir en la decisión de los poco menos de 1.500 militantes. No son los únicos. También tomará posición Fil Roig –Hilo rojo–, corriente de la CUP que agrupa a militantes antisistema, comunistas y libertarios que, en principio, priorizan la lucha de clases por encima de la lucha nacional. Esta encrucijada pone a la CUP al borde de la ruptura. No sería de extrañar porque esta sido la tónica dominante en la izquierda separatista a lo largo de su historia. La CUP se romperá si cede y vota a Mas, pero Mas saldrá elegido. Si no cede, quién se romperá será CDC y Mas tendrá los días contados. La incógnita es quién recogerá los restos de CDC y en cuántos trozos se recompondrá.
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