Ely del Valle
El fiasco de la «tacita a tacita»
Qué gran verdad es eso de que «a perro flaco, todo son pulgas». En un momento en el que el talón de Aquiles de nuestra incipiente recuperación económica es la deuda pública, que ya alcanza el 93,4% del PIB, Europa se descuelga con una factura de 13.000 millones de euros a cuenta del llamado céntimo sanitario, aplicado –ahora sabemos que de forma irregular– durante más de una década a los carburantes en trece comunidades autónomas hasta enero del año pasado. La tacita a tacita que en teoría venía ayudando a los gobiernos autonómicos a financiar su Sanidad pública, y que en algunos casos se multiplicaba hasta los 4,8 céntimos, se ha convertido en un «boomerang» que amenaza con golpear de lleno la dentadura autonómica, cuyas cuentas, no hay que olvidar, presentaban un agujero de 193.296 millones de euros en el segundo trimestre de 2013, que no es moco de pavo.
Sabemos que de esa cantidad sólo se devolverá, tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, alrededor de una cuarta parte, porque el resto o bien ha prescrito o ha sido pagado por ciudadanos particulares que no tendrán manera de demostrarlo, pero sea como fuere, el reintegro a las empresas que lo reclamen supondrá una nueva metida de cuchara a las arcas públicas que en algún momento tendremos que reponer entre todos. En definitiva, que la metedura de pata de la Comisión Europea a la que en su día se consultó la medida aprobada por el Gobierno y adoptada por las comunidades autónomas y nos va a salir por un pico – suma y sigue – y lo único que viene a demostrar, una vez más, es que la transferencia de las competencias de Sanidad fue, como ya sabíamos por experiencia, un absurdo y una inmensa insensatez.
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