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El gesto

La Razón
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No hay confrontación si una de las dos partes rechaza el conflicto; mucho menos si ambas la rehúyen. No obstante, conviene desterrar cualquier sospecha infundada, aunque la alimente el rabo del diablo, para que reine la paz donde nunca hubo guerra. En 2008, España ganó la Eurocopa con Luis Aragonés; en 2010, el Mundial con Vicente del Bosque. Luis anticipó su salida antes del éxito y Vicente no hizo sino heredar un puesto que honró y un estilo que, en lugar de corregir, enriqueció. La sagacidad del padre Ángel promovió la candidatura de la Selección por ser campeona continental y cuando se reunió el jurado de los Príncipe de Asturias había conquistado el mundo. Por si alguien pensaba que con el fútbol reverdecieron las dos Españas de Machado, o las de Bahamontes y Loroño, en la ceremonia de entrega de los premios la más vil de las conjeturas se evaporó.

El entonces Príncipe Felipe entregó a Del Bosque el premio que el seleccionador compartió con Xavi, Casillas, Reina, Navas, Mata, Javi Martínez, Marchena, Fernando Llorente, Ramos y Capdevila, junto a él en el Campoamor, y con su antecesor. La calidad humana de Vicente se resume en este acto de generosidad sin parangón: anduvo unos pasos, cruzó el escenario y pidió a Luis, incrustado en el elenco de invitados excepcionales, que se uniera a la fiesta en el instante de saludar al público, emocionado con el gesto de quien años después sería nombrado marqués, título que no desprecia, pero que tampoco utiliza para reservar mesa en los restaurantes o para darse ese pisto que choca frontalmente con sus valores y principios.