Alfonso Ussía
El navideño
Iglesias Turrión ha vuelto. Después de veinte días de vacaciones navideñas, ha retornado con buen aspecto, algun kilo de más, aseado y curiosín. Lo de las vacaciones navideñas no me lo he inventado. Lo ha dicho el inteligente Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado. Se entiende el largo descanso. Si su socio Alberto Garzón se fue de viaje de novios veinte días a Nueva Zelanda –«como todos los españoles», según sus palabras–, el gran líder no podía ser menos. Veinte días sin dar un palo al agua y comiendo roscón de presidentes, porque los podemitas tienen prohibidos los roscones de reyes.
Su autocrítica ha sido un autoelogio. No compareció para comentar los desastrosos resultados de Podemos en Cataluña. Se ha ofrecido a enderezar el rumbo de la nave estalinista y se ha preguntado, harto dolorido, por los motivos que están llevando a Podemos al naufragio. Y no termina de encontrarlos.
El mismo día de su aclamado retorno, con buen aspecto, más gordito, aseado y curiosín, en Cataluña se confirma que siguen los podemitas del lado de los separatistas, e igualmente en las Baleares y Valencia. El mismo día de su aclamado retorno, Podemos se ha manifestado en Bilbao a favor de los terroristas presos de la ETA. El mismo día, en Málaga han izado la bandera de Corea del Norte y colgado una soga corredera con la Bandera de España. En Asturias, los podemitas del bable han quemado Banderas de España sin razón alguna. Una cosa es defender el bable, que es un lenguaje rústico y de muy limitada expansión, y otra incinerar Banderas de España. El mismo día, el Alcalde podemita de Valencia ha ordenado retirar del Cementerio General todos los símbolos cristianos, que parece ser la mayor preocupación de los valencianos. Y el mismo día de su celebrado retorno, Rita Maestre ha calificado de «casualidad» que una empresa amiga de Podemos se haya metido en el bolsillo 52.000 euros a cambio de un interesante informe «sobre el impacto de género del soterramiento de la M-30». Al menos, algo positivo. Cuando se inauguraron los túneles de la M-30, extraordinaria obra de Gallardón, el pueblo de Madrid no lo celebró al unísono precisamente por eso. Porque no se había encargado el preceptivo y fundamental informe sobre el impacto de género en los túneles. Los coches y los camiones –masculinos y machistas–, no sufrían el impacto, en tanto que las camionetas, las motos, las motocicletas y las furgonetas –femeninas y feministas–, lo han pasado fatal. Para redondear el día del celebrado retorno de las vacaciones navideñas de Iglesias Turrión, el podemita Sánchez Mato ha reconocido en público lo que todos conocíamos. «Nuestro objetivo no es otro que derribar el Sistema». Todo eso, en un solo día. Creo, humildemente, que son razones, detalles y hechos suficientes para ayudar a Iglesias Turrión a encontrar los motivos del descalabro de Podemos en las encuestas y la depresión general que se palpa en sus reuniones vecinales, de barrio, distrito, municipales, autonómicas y nacionales, aunque esta denominación no les guste nada de nada.
Se ha hablado y escrito mucho de la indolencia y laxitud de Rajoy. Bien, pues Rajoy al lado de Iglesias Turrión es un meteorito, un ataque de nervios, una explosión de actividades. Iglesias Turrión, como ya se advirtió cinco años atrás, es más vago que un representante de Mirinda, refresco que lleva 20 años fuera del mercado. Y el lío antiespañol, proindependentista, groseramente anticristiano, corrupteliano y hasta proterrorista, es la causa del desmoronamiento social. Eso sólo se arregla con cabeza, reflexión y trabajo. Y a Iglesias Turrión le fallan la primera cualidad, la segunda opción, y el deber tercero. Y le sobran vacaciones navideñas, aunque haya vuelto más gordito, más aseado y muy curiosín.
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