Alfonso Ussía
El pavor de Nelson
Pueden creerlo o no. Lo he revelado anteriormente en varias ocasiones. Antonio Burgos y José Oneto son testigos de los hechos. Visitábamos a Lenin en su mausoleo moscovita. El estupendo José María Carrascal nos seguía a distancia. Cuando abandonábamos el mausoleo apareció Carrascal por la puerta de entrada. Frío en la Plaza Roja y calor en el recinto de la puta momia. Se abrió el abrigo y mostró a Lenin su corbata, azul tornasolada en verde con enormes dragones carmesíes que expulsaban ráfagas de fuego. Y Lenin respingó.
Pueden creerlo o no. Mi informador de cuanto sucede en Londres me asegura su veracidad.
Ayer, Nelson tembló y a punto estuvo de darse el morrón del siglo. La columna que corona la figura de Nelson en la londinense Plaza de Trafalgar es columna espigada y magnífica. Roza el ámbito de las nieblas. Y ayer se manifestó el prodigio. Un Nelson de bronce entregado al pánico, tiritando de sustos y espantos.
El gran almirante –hay que reconocer los méritos de nuestros enemigos–, don Horacio Nelson, duque de Bronte, jefe de la escuadra inglesa que venció a la Real Armada española en la batalla de Trafalgar, además de un excepcional marino era hombre de temple, sosegado, analítico y nada dado a la histería. Se conmovía con muy contadas cosas.
Cuando su segundo, Sir Robert Francis Leicester, le informó del fallecimiento como consecuencia del escorbuto de su sobrino, el joven oficial Charles Nelson, don Horacio se limitó a decir: «Ah».
¿Qué sucedió para que Nelson temblara en bronce desde lo alto de su columna? Mi informador sospecha, o quizá intuye, que algo o mucho tuvo que ver la entrevista que un conocido periodista de «Channel 4» le hizo a nuestro elegante y natural cantante Enrique Iglesias. Se habló de todo, y le llegó el turno al próximo Mundial de fútbol en Brasil. Y ustedes se preguntarán, y harán muy bien en hacerlo. ¿Qué tiene que ver el Almirante Lord Nelson, duque de Bronte, con Enrique Iglesias, el novio de la formidable tenista rusa Kournikova y un Mundial de fútbol?
Pregunta el entrevistador: «¿Cree que España repetirá triunfo en el Mundial de Brasil?». Responde el chispeante trovador, también conocido como «El Ruiseñor de Miami»: «Es difícil. Pero he prometido que si España gana, me desnudaré completamente en la Plaza de Trafalgar de Londres». Ahora entenderán mis lectores el tembleque de Nelson, que aún se estará preguntando: ¿Y qué tenemos que ver mi plaza y yo con Enrique Iglesias y el Mundial de Brasil? Muy complicada la respuesta. Ese afán por desnudarse de Enrique Iglesias no encaja en el Mundial de fútbol de Brasil. De haber dicho que se quedaría en porretas en la base del monumento que domina el Pan de Azúcar, le aconsejaríamos que no lo hiciera por el posible escándalo que tal acción conllevaría. De haber dicho que se bañaría en pelotas en la playa de Ipanema, más o menos lo mismo. Pero ¿qué tiene que ver Lord Nelson, duque de Bronte, héroe de Trafalgar, en este asunto? Un misterio cuya exégesis es muy probable que no la acertemos jamás.
Me acusarán de mentiroso. No lo fui cuando presencié la sacudida de la momia de Lenin al ver la corbata del gran Carrascal, y no lo soy ahora. Un héroe en bronce también tiene su corazoncito. Resulta injusto que el premio a una vida de brillante marino consista en ver en bolas al hijo mayor de Julio Iglesias e Isabel Preysler. Ignoro las características específicas del cuerpo del cantante. Deploro el hecho, sin entrar en detalles. Si a Nelson le dicen que su estatua vería un día a Enrique Iglesias «in púribus», no nos derrota en Trafalgar. No conocí a Nelson, pero casi puedo asegurarlo.
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