Lucas Haurie
El prófugo denunciante
En su intervención ante los accionistas del Sevilla, José María del Nido aseguró que la sentencia unánime de una sala de la Audiencia de Málaga a casi ocho años de cárcel por su rapiña de las arcas municipales «equivale a cero». No sorprende el gregarismo de los dueños del club, que dieron la boutade por buena con resignación lanar, en una comunidad en la que el mismo partido que propició una reforma constitucional para fijar un techo de gasto acepta que el vicepresidente de su gobierno autonómico se ría por «unas decimillas de déficit»; igualito que el cornudo del chiste al sorprender a su señora en la cama con un maromo: «Aquí follandillo», dio la dama por toda explicación. Lo que de verdad resulta paradójico en el denominado «caso Fergocon» es que quien lo destapó en su momento, el concejal andalucista Carlos Fernández, se hiciera humo poco después y figure hoy en los archivos judiciales como prófugo. Así es la política andaluza: todos los casos de corrupción denunciados, por enrevesados que parezcan, terminan siendo ciertos pero es que hasta los denunciantes que se pegan puñetazos en el pecho como los orangutanes exigiendo limpieza al adversario tienen su armario plagado de cadáveres. ¿De quién fiarse? No, desde luego, de una Justicia infiltrada por nombramientos partidarios en cuanto se sobrepasa el juzgado de Primera Instancia. A Del Nido lo podrán enchironar porque se quedó sin padrino, por mucho que utilice al Sevilla para retratarse a la vera de Zoido. Pero a la gran mayoría le procura impunidad el aparato.
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