Pedro Sánchez
El PSOE recula con Pedro Sánchez
Para los más críticos dentro del PSOE y, desde luego, para los históricos del partido, Pedro Sánchez no avanza por un camino nuevo sino que retrocede por el mismo camino de siempre. Regresa al paisaje abrupto, hace tiempo abandonado, de una izquierda montaraz. Es una marcha atrás de una fuerza política que ha resultado fundamental en los últimos cuarenta años para la convivencia democrática, el progreso y los avances sociales, a pesar de algunas estridencias radicales y desvaríos catalanistas de la etapa de Zapatero. Su intrépida marcha imaginaria hacia la Moncloa la emprende con un puñado de entusiastas, el partido dividido –ha comenzado la purga de los críticos en las provincias y regiones– y una opinión pública más bien desfavorable.
El renovado líder socialista lleva el camino contrario a Felipe González. Éste, desde el congreso de Suresnes, lucía en la frente la estrella de triunfador. Sánchez, desde que ocupó la Secretaría General, ha ido de derrota en derrota. Incluso en las pasadas primarias, la mitad de los militantes han votado en contra. Ni siquiera es diputado en esta larga y azarosa marcha. Felipe llegó de la izquierda al centro; del marxismo y el republicanismo, a la socialdemocracia y la monarquía parlamentaria; de la chaqueta de pana y camisa de guardabosques, al traje y la corbata; del viaje iniciático a los cuarteles de invierno de la Unión Soviética, a la huida, como de la peste, de cualquier pacto con los comunistas o asomo de frente popular. La ruptura con el viejo e ineficaz PSOE ocurrió en el 28º Congreso, en mayo de 1979. Su renuncia al marxismo le costó momentáneamente el puesto, por culpa de esa izquierda, representada entonces por tipos como Pablo Castellano y Gómez Llorente, que es la que parece retomar ahora Sánchez. Felipe ganó el pulso y volvió en andas unos meses después. Con un PSOE moderado, de centro-izquierda, su marcha hacia la Moncloa era ya imparable. Pedro Sánchez ha emprendido el camino contrario: abandona el centro y se va a la izquierda, al encuentro de los nuevos comunistas. Dos detalles más: Felipe González contaba con la complicidad del presidente Suárez y del Rey, que le ampararon y protegieron como alternativa de Gobierno; Pedro Sánchez no dispone precisamente de la complacencia del presidente Rajoy. Felipe tenía el apoyo general y entusiasta de los medios de comunicación. Todo lo contrario de lo que le ocurre a Sánchez, que ni siquiera cuenta con el favor del grupo Prisa. En estas condiciones, su voluntariosa marcha hacia La Moncloa se antoja complicada. El PSOE recula con él más de cuarenta años.
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