Debate de investidura
El secreto de Sánchez
Me ha costado, pero al final lo he descubierto. Ya se qué plan tiene Sánchez y por qué anda estos días dándose garbeos a pecho descubierto por las playas, indiferente los francotiradores de la prensa rosa y a la rechifla general. No se ha tumbado a la bartola porque esté deprimido por los resultados del 26-J. Tampoco es que haya sucumbido a las exigencias familiares, habituales en época veraniega y de las que muy pocos se libran. No es nuestro atlético dirigente socialista un tipo que se resigne. Cuando afirma que no quiere a Rajoy en La Moncloa y tampoco terceras elecciones, dice la verdad y se equivocan quienes sostienen que debe que ser una cosa o la otra. Sánchez no miente, porque su propósito es volver a intentarlo y pasado este 2 de septiembre, cuando Rajoy se quede a 5 escaños de ser investido, sustituirá el traje de baño por la corbata, la toalla por el maletín y el chiringuito por el Congreso y se pondrá a la faena. Parte de la presunción de que esta vez, a diferencia del 20-D, los de Podemos estarán más suaves que una malva y con menos pretensiones. Tras la decepción sufrida en los últimos comicios en lo que daban por seguro el «sorpasso», no es previsible que Pablo Iglesias y los suyos se empeñen en volver a las urnas, donde se lo jugarían todo a una carta. Les han sido rentables a los podemitas los apaños con el PSOE en ayuntamientos y comunidades autónomas y lo lógico es que si Sánchez les da la oportunidad de encaramarse al poder, opten por el «entrismo». Suman 156 escaños y los 20 que les faltarían para llegar a los 176 están en la cesta de los nacionalistas. Con ERC, que aporta 9 diputados, no hay problema alguno. Con CDC, que tiene 8 y cuyo portavoz Homs se ha hartado de repetir que su favorito es Sánchez, tampoco. Los 5 del PNV estarán disponibles, si las elecciones vascas terminan como se prevé. No sé si han reparado en el énfasis con que Sánchez y su guardia de corps insta a Rajoy a negociar con sus «afines ideológicos», obviando que los independentistas de derechas, izquierdas o mediopensionistas llevan unos cuantos años mucho más cerca políticamente del PSOE que del PP. Tanta insistencia en que el líder popular chapotee inútilmente en ese charco sólo tiene el propósito de fabricarse una excusa mediática: si para ti eran buenos los «periféricos», no es de recibo que no lo son para mí.
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