Presidencia del Gobierno
«El señor del cambio»
Hasta ahora sólo ha quedado claro que el secretario general del Partido Socialista, Pedro Sánchez, con la ayuda del líder del Ciudadanos Albert Rivera, quiere cargarse al candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, y, si encuentra los apoyos necesarios, volver a intentar encabezar él, a pesar de sus reiteradas derrotas en la investidura que tuvo lugar en marzo, el «Gobierno del cambio».
En este caso, no sólo con el apoyo de Ciudadanos sino también, si las condiciones son aceptables, con el de Podemos y sus confluencias. Puesto en el trance de volver a someterse a la investidura, no pondría reparos a los votos de los separatistas catalanes y los nacionalistas vascos. Todo vale. Lo que pasa es que el acuerdo tácito con éstos y el acuerdo explícito con el líder de la formación morada, Pablo Iglesias, que no deja de tirarle los tejos para que aprovechara «la última oportunidad», obligaría al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, a desengancharse de este tren variopinto e ingobernable que nos llevaría a todos al precipicio.
Por si acaso, Mariano Rajoy acaba de advertir que está amenazada la integridad territorial de España e incluso la subida de las pensiones o los sueldos de los funcionarios. No es probable que las mejores cabezas del Partido Socialista permitan a su secretario general, Pedro Sánchez, semejante desatino, que parece fruto de la desatada ambición de poder y de la fragilidad del liderazgo del joven dirigente socialista. Ninguno de los históricos del partido aprueba semejante aventura. El último que se ha manifestado ha sido el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, partidario del entendimiento entre las tres grandes fuerzas constitucionales ante la crítica situación, porque «pactar no es traicionar», ha dicho.
Ante tales dificultades, prácticamente insalvables, para que Pedro Sánchez organice en torno a su persona el famoso «Gobierno del cambio», los contactos y devaneos a los que vamos a asistir a partir de ahora tienen como primer objetivo forzar la retirada del candidato popular, Mariano Rajoy, lo que, a pesar de algunos movimientos críticos internos, no es previsible.
En el Partido Popular, que tiene la llave de las grandes reformas en el Congreso de los Diputados y cuenta con la mayoría absoluta en el Senado, han cerrado filas en torno a su líder, vencedor de las dos últimas elecciones y con perspectivas favorables si hay que volver en diciembre a las urnas. En todo caso, aunque no consiga alzarse con el trofeo de la cabeza del líder popular, exhibiendo su repugnante y falsa superioridad moral, el líder socialista, Pedro Sánchez, se va a mover con gran aparatosidad a partir de ahora para quitarse de encima el sambenito de que es él el gran culpable del bloqueo político y de la repetición de las elecciones, en lo que coinciden los más importantes órganos de opinión de dentro y de fuera de España, como el «Financial Times» o el «New York Times», incluidos los personajes históricos de su partido que en privado –y algunos, en público– le califican de irresponsable. No faltan incluso los que piensan que más que un cambio de Gobierno lo que busca el «señor del cambio» es dar largas para que no lo cambien a él.
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