Elecciones Generales 2016

El voto inútil o la salchipapa

La Razón
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El domingo comienza la carrera hacia la canción del verano. Por ahora, y a la vista del bloqueo que auguran las encuestas, no duden de que muchos sufragios serán tan prescindibles como «La salchipapa» de Leticia Sabater, otro momento que nos podía haber ahorrado el destino de estos días de incertidumbre y desasosiego. Y eso que el Brexit anda agazapado. Hasta Georgie Dann tenía su dosis intelectual si lo comparamos con lo que viene. Dann gozaba de un toque Satie en un filme de Louis Malle, un «Fuego fatuo», frente al Tiki tiki tiki, taka taka taka de la Sabater, la mujer que sólo necesita un cinturón para vestirse y aún le sobra la hebilla. A la hora de votar pensemos en que si queremos salchipapa, otros meses de bochorno, continuemos con el cuatripartidismo, esa maravilla que iba arreglar al fin los males de la patria dibujando un escenario atroz que luego se arreglaría cambiando el telón de la farsa, como en la ópera. Es lo que propone Unidos Podemos. La gran mentira. Prefiero recoger las cacas perrunas de Carmena a montar un mueble de Ikea. Ciudadanos, por contra, es un partido moderado de centro izquierda que ha hecho un trabajo encomiable en Cataluña cuando el PP dormitaba en sus complejos y no asusta a los inversores ni a las viejecitas. Sólo miente lo normal. Lástima que sea irrelevante. Un diputado de C’s es hoy por hoy, a no ser que sume con el PSOE más que el PP, una salchipapa, dicho en sentido figurado, una musiquilla que hará ruido a última hora de un banquete de bodas, cuando ya nadie sobrevive sin corbata, la que ya se ha quitado Albert Rivera, el David que pregunta a Goliath con qué piedra quiere ser abatido. No hacía falta tanta chulería. Por la influencia que tendrán sus escaños tras el 26-J, además del ganador, que será será, el que parte con ventaja es Pedro Sánchez. De él dependerá el futuro Gobierno. No hará mal el votante de izquierdas en prestarle su papeleta porque, dispare a diestra o siniestra, tendrá el control y porque, aunque no se esté de acuerdo con sus políticas, se mueve en la órbita de lo que se aplica en Europa, mientras que todavía estamos esperando el ejemplo de un país en el que funcione la solución Podemos, que es la tragedia griega injertada a un entremés de Cervantes. En esas provincias clave en las que un asiento en el Congreso se decidirá por un puñado de votos, decantarse por un partido que se vaya por el sumidero nos lleva a la salchipapa, a ese verano de reggaeton macarra que puede prolongarse hasta el invierno. Los partidos ya sólo apelan, y con razón, al voto útil. ¿Útil para qué? Eso ya que lo decida cada cual después de ver el vídeo de la salchipapa, la parodia nacional en la era ya decadente de Youtube. Pocos hablan de unas terceras elecciones. Pero los candidatos se preguntan: «¿Hay alguna posibilidad, por pequeña que sea, de salvar lo nuestro?» Me temo que no.