Ángela Vallvey

Ellas

La Razón
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Un grupo de artistas francesas ha firmado un manifiesto oponiéndose al movimiento #MeToo, a cuyas seguidoras acusan de formar parte de la «nueva oleada de puritanismo» sexual que, según ellas, habría desencadenado el «caso Weinstein» en Hollywood. La escritora Catherine Millet parece ser la redactora de un texto donde se vierten imputaciones infundadas y muy duras hacia las mujeres que se han sumado al movimiento contra acosos y abusos de poder, insinuando que son fundamentalistas vengativas que promueven «acusaciones y delaciones públicas» de hombres. No añaden «falsas», ni nombran a esos hombres. Millet y sus compañeras creen que hay que defender «la libertad de molestar» (de los hombres a las mujeres) como algo «indispensable para la libertad sexual». La expresión «molestar» ya indica la ideología que late en esta declaración. Molestar es causar fastidio o malestar a alguien, ofenderlo, impedirle sus movimientos y obstaculizar su libertad. Que Millet, Catherine Deneuve y demás señoras anti #MeToo defiendan «el derecho» de algunos hombres a molestar (esos hombres por fortuna son pocos en lo que a Occidente se refiere), que reivindiquen el «derecho» masculino a causar fastidio y malestar u ofender a las mujeres obstaculizando su libertad, es una reacción que pretende añadir confusión y mentiras a un movimiento justo como el que lucha por conseguir igualdad e independencia para las mujeres. Millet es autora de un libro autobiográfico en el que relata sus encuentros sexuales y orgías con desconocidos en clubes, plazas, casas de amigos, aceras... durante décadas. Pero la suya es una manera de entender el sexo y la seducción que quizás no sea la preferida por todas las mujeres. Si una mujer siempre está dispuesta sexualmente, incluso con los extraños, tendrá pocas ocasiones de ser «molestada», pero la libertad consiste en elegir y en poder decir «no» sin que eso conlleve violencia o abusos. Este manifiesto extiende la sospecha de que cualquier reivindicación feminista criminaliza a todo el género masculino, cuando no es cierto: tan solo señala a los violadores y acosadores que abusan de su posición de poder. Algunos, y sobre todo algunas como Millet, Deneuve y sus colegas, intentan de-sacreditar así el feminismo, tachado de «hembrismo», de ideología injusta e histérica. Con sus falsedades sumisas y argucias interesadas pretenden confundir y retrasar uno de los movimientos más importantes recibidos del siglo XX: el de la igualdad, la dignidad y la libertad de las mujeres.