Martín Prieto

En el Callejón del Gato

Los sondeos de opinión no marcan tendencia y se hunden en el pozo de la puntualidad del momento en que te preguntan. Además, los encuestados, aún quedando anónimos, mienten mucho según los sociólogos. Si en abril, con los más de seis millones de desempleados en perspectiva, preguntas si amas a tu progenitora muchos contestarán que la aborrecen por más que se aproxime el Día de la Madre, y es que las encuestas también las carga el diablo, el resentimiento y la pataleta. El CIS trabaja sobre las muestras más amplias y su última demoscopia proporciona sorpresas. La primera que el partido de la oposición continúe desgastándose con mayor empeño que el Gobierno en ejercicio. La dirigencia del PSOE pretende ignorar un axioma: que cuando pierdes el poder municipal, el regional y el estatal, nunca regresas en las primeras elecciones y haciendo las cosas muy bien te toca calentar el banquillo opositor por un mínimo de dos legislaturas. Si así fuera, los empeños por fabricar un Frankestein que lidere el PSOE son prematuros, y tanto da que sea Rubalcaba quien vuelva a perder las elecciones de 2015. ¿ Cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler? Ésa discusión bizantina debe plantearse a Rosa Díez, suspendida pero la más valorada. Rosa es dicharachera, política profesional y profesional del transfuguismo, que dirige autoritariamente una conjunción de bienintencionados que se alimentan del descontento. No menos sorprendente es que también vaya al alza IU, o Desunida, o Plural o Pluscuamperfecta, de la mano del comunista Cayo Lara que no quiere decir que lo es ni recordar que en Alemania su partido está tan prohibido como el NSDAP nazi. La sociedad aguanta estos febles flecos sobre los que nada puede asentarse y entre duelos y quebrantos se augura otro triunfo del PP para dentro de dos años a menos que de Guindos y Montoro siembren el país de cardos. Estamos recorriendo el valleinclanesco Callejón del Gato contemplándonos inflados o esmirriados, gigantes y cabezudos, según los espejos deformantes. Le estamos contando las rayas al tigre.