Equívocos y daños

La mala noticia es que la cumbre de la Unión Europea padece los equívocos habituales. La buena noticia es que los políticos no van a causar mucho daño. Esto podrá parecer irrelevante, pero no lo es: baste recordar el daño que ya han perpetrado los gobiernos, subiendo los impuestos y recortando las libertades. No parece que vayan a avanzar mucho más por ese camino. En esa medida, permitirán que trabajadores y empresarios, los únicos capaces de crear riqueza y empleo, lo hagan sin más trabas de las que ya los obstaculizan. Y la mala noticia es, como he dicho, habitual, empezando por el disparate, que ya el pueblo soberano toma higiénicamente a pitorreo, de que esta cumbre, de verdad, esta sí es una cumbre «decisiva».

Es un paripé más, cuyo objetivo es mantener a la opinión pública intoxicada con la ficción de que realmente no podría vivir sin los abnegados cuidados de sus autoridades. En cuanto a los detalles, otra norma de los políticos es presentarse como los que resuelven con más intervención los problemas que ellos mismos han creado con su propia intervención. Así, habrá declaraciones sobre el «impulso al empleo juvenil», que girarán en torno a la fantasía de que el empleo lo crean los políticos mediante el gasto público, un absurdo, pero que, al menos, no parece que vaya a costarle a los contribuyentes mucho dinero esta vez.

Lo de «facilitar el crédito a las pymes» es otro bulo, primero, porque no se entiende bien por qué tiene que haber crédito para las empresas pequeñas, como si las grandes fueran malas, y segundo, porque crédito hay, y mucho, sólo que se dirige hacia los mismos políticos que están muy preocupados porque no llega el crédito a la sociedad: en la medida en que resuelvan ellos la irresponsable explosión de la deuda pública, habrá más crédito privado. Y hablando de crédito y bancos, el tan denostado modelo chipriota finalmente se extiende, porque el acuerdo para los rescates bancarios sin coste para los contribuyentes europeos se le parece bastante.