Pedro Narváez
¿Es cierto que la mitad de las obras del Prado no están en buen estado?
El Tribunal de Cuentas lanzó hace ya seis meses un demoledor misil contra el llamado buque insignia de la cultura española, un momento Titanic al que a los gestores culturales, como siempre, les pillará bailando con la orquesta mientras las joyas de la corona se hunden. A algunos de los puntos del informe que se sepa se hicieron alegaciones públicas concretas y sobre otros se hizo el silencio, el peor de los botes salvavidas al que un náufrago pueda agarrarse. Podrán decir los responsables de la pinacoteca con respecto a la llamativa caída de ingresos y de número de visitantes que el Prado no es «un parque de atracciones» aunque a veces pueda parecerlo, pero de lo que no pueden huir es de conservar un patrimonio que en 2019 cumplirá dos siglos entre sus paredes. El informe decía que el 55% de las obras se encuentran en óptimo estado. ¿Y el resto? La institución recuerda ahora algún episodio de «Juego de tronos» en el que priman más las intrigas palaciegas con Patrimonio Nacional por quítame algún cuadro de El Bosco que un verdadero plan que nos tranquilice sobre un tesoro español del que parece no acordarse nadie. Hay un pacto no escrito para que el museo quede fuera de la escombrera que suele ser la batalla política pero aun siendo el Prado más grande que los secretarios de Estado que pasan por la casa de las siete chimeneas, no estaría de más que los responsables husmearan en los sótanos. Y si no, se encienden las alarmas por unos papeles del Tribunal de Cuentas que cierren el citado órgano y así nos ahorraríamos unos millones, los necesarios tal vez para restaurar lo que la desidia impide.
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