Alfonso Ussía

Eso, la comunicación

Barack Obama no va a pasar a la Historia como un gran Presidente de los Estados Unidos. Tampoco, como dicen sus más encarnizados adversarios, como el peor Presidente entre todos los presidentes de los Estados Unidos. Ahí está el insufrible memo de Jimmy Carter tan difícil de superar. Lo dijo su madre el mismo día de su elección, ante el estupor de los periodistas. La pobre mujer no estaba acostumbrada a lidiar con los medios de comunicación. Pasó de ser la madre de un recolector de cacahuetes a serlo del Presidente de los Estados Unidos, el hombre más poderoso del mundo. –Señora Carter, ¿qué es lo primero que ha pensado al conocer que su hijo es el nuevo Presidente?–, le preguntó un malvado enviado especial. –Pues sinceramente, he pensado que todo es sorprendente, porque Jimmy es el más tonto de mis hijos–.

Obama de tonto no tiene un pelo. Y domina la comunicación. Era más simpático cuando se convirtió en el primer Presidente de los Estados Unidos de raza negra. Y su mujer Michelle, aprueba con nota alta su papel secundario. Obama, Michelle y sus dos hijas conforman un compacto núcleo familiar que no presenta grietas en su estética. Han superado juntos momentos difíciles, como la aparición en la Casa Blanca de los Zapatero con sus hijas vestidas de góticas. Pero si los mandatos presidenciales de los Estados Unidos pasan a la memoria general por las imágenes, Obama engañará a los historiadores. Es un fenomenal comunicador, un domador perfecto de sus gestos y expresiones. Su abrazo en la Casa Blanca a Nina Pham, la enfermera que ha vencido al ébola, es una demostración de lo que escribo. En España tenemos un caso parecido pero mal comunicado. La Sanidad Pública de Madrid ha funcionado a la perfección en el angustioso combate de Teresa Romero contra el ébola. Teresa ha vencido. Permanece en el Carlos III por precaución, pero su triunfo sobre el virus maldito está cumplido. Estimo que le han fallado una vez más a Rajoy, o a su vicepresidenta del Gobierno que no se pierde un sarao, los reflejos de la comunicación. Curada Teresa Romero, y habiendo triunfado la Sanidad Pública sobre el virus, una visita al Carlos III podría haber limado las aristas que han agrietado las pasiones políticas. Lo de Teresa Romero ha sido una tragedia humana que nos ha afectado a todos los españoles, y la bienvenida al reencuentro con la vida tendría que haber tenido como testigo al Presidente del Gobierno.

Otra cosa es la diferente actitud de las familias. La enfermera norteamericana no está casada con el señor Limón. La enfermera norteamericana no tenía portavoz. Su portavoz era el jefe del equipo médico que la atendió. Lo de la portavocía de Teresa Mesa ha sido de una comicidad extravagante. Los médicos que han logrado el milagro se han comportado con una discreción y medida ante la opinión pública, ejemplares. La innecesariedad de la figura de la portavoz no se discute, y hasta el señor Limón ha prescindido de ella. Y en el caso de Teresa Romero se ha interpuesto en la buena armonía entre la enferma y los poderes públicos la sombra de Excálibur,un perro, lo cual también resulta sorprendente. España ha demostrado que está en la primera línea de la lucha contra el ébola. La Sanidad de Madrid ha funcionado a la perfección a través de cuatro médicos y todo un equipo volcado en torno a Teresa, que fue noticia politizada cuando enfermó y ha dejado de serlo cuando ha vencido. A muchos no les ha sentado bien su triunfo, porque han perdido un argumento político para hacer demagogia barata. Lo fundamental es que Teresa está curada, su marido parece que ha reaccionado y la portavoz se ha ido a su casa. Falta el abrazo de Obama y la naturalidad de Nina Pham. Otra cultura. Diferente forma de interpretar las cosas. Eso, la comunicación.