Cristina López Schlichting

Éxito total

¿Cómo puede ser un éxito algo que ha fracasado? Porque la generosa manifestación ha sido a favor de una ley que Mariano Rajoy ha enterrado. Pues porque hemos ganado conciencia del enorme problema del aborto y, a la vez, sensibilidad y ternura hacia la mujer embarazada y su hijo. Europa se muere demográficamente; acorralada de miedo –económico, social, vital– no puede dar a luz a sus hijos. El informe presentado hace dos semanas en el Parlamento Europeo nos confronta con la pavorosa cifra de 28 millones de europeos abortados en los últimos 20 años, el equivalente a la población de un país. El continente, envejecido y exhausto, necesita desesperadamente gente joven, pero la devora, como un terrible Saturno. Ni siquiera España tiene ya partido mayoritario alguno capaz de apostar por la vida. Mariano Rajoy ha declinado tal honor. Así las cosas, la esperanza recae en la sociedad civil. Aunque no tenga políticos a su altura, hay gente que cree verdaderamente que una madre ayudada y apoyada por los demás es más feliz que otra abandonada y condenada a abortar. Que un niño es siempre una esperanza, que el aborto es la opción triste que obliga a las mujeres a tomar decisiones irreversibles, sacrificando su felicidad. Ayer, poco antes de la cita en Madrid, Doina habló desde mi programa. La rumana hermosa de 47 años, apenas podía hablar por las lágrimas. Licenciada en Turismo, trabajaba como cocinera en España cuando se rompió una pierna y perdió el empleo. De resultas de aquello, el novio español le arrea una paliza soberana –vivía a su costa– y la abandona embarazada, al saber que se quedan sin el sueldo que les costeaba el piso. Una «amiga» la pone entonces en contacto con una organización de médicos conocida, que le paga el «tratamiento» en la Clínica Dator. Nueve años después, la mujer, que actualmente colabora con la Fundación Madrina, no se recupera del dolor. «Ya no voy a tener hijos, estoy sola –confiesa– nada me gustaría más que abrazar a ese niño que no tuve, ojalá no hubiese sido tan cobarde». La interrumpí de inmediato: «¿Cobarde tras recibir una paliza, perder el empleo, quedarte en la calle? ¡Cobarde la sociedad que no supo rodearte de afecto y medios, que no te sacó del atolladero, que te dejó a los pies de los caballos!». Ayer, una ola de hombres y mujeres se levantó unánime a favor de Doina y tantas como ella. Que ninguna mujer vuelva a ser abandonada, que ninguna se vea sola en el momento más hermoso de su vida. Mientras haya hijos, habrá esperanza.