Política

Alfonso Merlos

Fanatismo y revanchismo

Fanatismo y revanchismo
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Es lo que nos faltaba por ver. Pero estaba cantado. No teníamos bastante con que los socialistas capitaneasen la batalla para que una catedral deje de ser catedral. Tampoco con que diversos grupos laicistas y anticlericales del más diverso pelaje –cada uno de su padre y de su madre– se sumasen a esta ofensiva que carece del más elemental sentido histórico o de justicia. No. Ahora es el fanatismo islamista (¡valga la redundancia!) el que se sube al carro. El salto es lamentable y, a todas luces, cualitativo. Y, huelga destacarlo, peligroso.

Ya no estamos ante un Partido Socialista que está encantado de que se hable de la mezquita de Córdoba antes que del caso de los ERE falsos o de la corrupción dentro de la Administración andaluza o del desempleo o de la pobreza que existe. No estamos ante una maniobra de distracción, la típica cortina de humo que se pretende extender ante la opinión pública para que ésta no se entere de lo que de verdad le afecta y le daña.

Estamos ante el riesgo de que elementos próximos incluso a grupos terroristas, iluminados por la Yihad, vuelvan a concentrarse en la idea de que España es el enemigo, de que en nuestro país se pisan los derechos de los musulmanes, de que hay que recuperar de un modo u otro el momento de esplendor artístico, cultural y científico del pasado Al Andalus. Y, lo que es peor, ante el riesgo de que esos objetivos se interprete que deben alcanzarse por las buenas o por las malas.

Gracias, compadres del puño y la rosa. Gracias, señora Susana Díaz. Enhorabuena por despertar a los más radicales. A los que confían en la violencia y el radicalismo como medios para alcanzar toda clase de metas. Incluso las injustificadas, como es el caso.