César Vidal
¡Feliz Navidad!
En el año 730 a. de C., el pequeño reino de Judá se enfrentó a una extraordinaria crisis. Por un lado, el imperio asirio bajo Tiglat-Pileser III decidió extender su poder hacia Occidente y situó entre sus ambiciones a Judá y, por otro, una serie de políticos mezquinos llegaron a la conclusión de que si se aliaban podrían descuartizar aquel territorio y repartirse los despojos. Finalmente, y por si todo lo anterior fuera poco, buena parte de la sociedad de Judá no parecía darse cuenta del drama que se dibujaba en el horizonte. A pesar de todo, la situación era tan desesperada que el rey de Judá, un personaje corrupto e inmoral llamado Ajaz, adoptó la decisión de buscar por una vez en su vida la dirección de Dios. Fue así como se puso en contacto con un sujeto extraño llamado Isaías, al que algunos consideraban dotado del don de la profecía. Conocido por su extraordinaria agudeza, por su capacidad creativa y por su profunda sabiduría, este personaje escuchó las preocupaciones del rey Ajaz y, al final, le indicó que no debía preocuparse. Ni Asiria –a pesar de que continuaría avanzando– se saldría con la suya ni los que pensaban reducir a pedazos a Judá triunfarían. Por un tiempo, es cierto que iba a dar la impresión de que todo empeoraba, pero, al cabo de muy pocos años, todas aquellas amenazas quedarían conjuradas y se convertirían en algo del pasado. Se había quedado ya Ajaz más o menos satisfecho y se disponía a despedirse cuando Isaías insistió en comunicarle un mensaje adicional. No es que no resultara importante todo lo que le había dicho hasta ese momento, pero tenía algo más que señalarle. En el futuro, llegaría un día en que resultaría obvio que la salvación no estaba limitada a los problemas cotidianos de Judá. Por el contrario, adquiriría perfiles universales. Y todo ello se sabría porque el mismo Dios daría una señal inconfundible: la aparición de un mesías nacido de una virgen. El año 2012 ha sido muy duro y difícil. Nada hace pensar que el 2013 resultará mejor. Por eso, en un día como hoy, recordemos que el mensaje que el profeta Isaías le dio al rey Ajaz mantiene toda su vigencia y que la verdadera esperanza del género humano –su paz, su dignidad, su alegría– se encuentra sólo de manera plena en alguien que nació como hijo de una virgen hace más de dos milenios y que se llama Jesús.
✕
Accede a tu cuenta para comentar